27.12.10

**Por amor al arte**


Yo soy una auténtica lechuza mecenas, pues amo profundamente el arte. Pero no ese renacentista del óleo, la poesía o el romance con volúmenes femeninos, me gustan los músculos sencillos.

Siempre las mujeres hemos sido la referencia de la imagen, curioso que a los lechuzos no se les imagine surgiendo entre las aguas, cual perla en una concha, y sí más de blanco desnudo de mármol, frío, vacío, sin ojos que dejen ver… Imagino que somos musas de la literatura por la vida que hay detrás de cada una de nuestras miradas, porque por cuerpos… ¡ay, qué listicos griegos y romanos!, dónde este un miguel ángel morenazo, no hay sitio para más ideas. Y como del mundo de las ideas yo no quiero entender, me quedo con el arte, el que no tiene utilidad ni sentido, el surrealista, el de la belleza que nace de los sueños, no quiero palabras y sí sonidos sin reglas; de tus manos regálame solo la piel, en un juego de amante y amigo, aráñame, pero no busques carne prohibida a tu mente.

Los lechuzos son, más bien, de otro tipo de genio y su duende se va más a eso del arte de ofrecer gato por liebre, un artificio que no precisa inteligencia pero al que sí que le sobra testosterona.

Dice la lechu de los zapatitos que de un hombre solo pide que la quiera, lo cual, dicho de su boca, parece hasta poca cosa. Y es que la niña tiene espíritu de ganadora y es ambiciosa, y aún cree en ojos azules, no me escucha, pero debería centrarse en el David: callado, inmaculado, impoluto, ¡tócale y déjate de quereres!

¡Feliz Navidad, lechucillas!

17.12.10

**Vuelve feo por Navidad**


Lechucillas deseosas de que nos muerda el lobo navideño o vuelva un marinero o leñador de otros lares que coma bien de turrón y nos tale el árbol lleno de luces intermitentes. Hasta entonces, todos a untarnos en crema, a buscar modelazos, cenando una manzana, tal vez un yogurt, porque nos esperan tangas rojos, para él y para ella, picardías, campanadas, moñazos y maquillajes dorados. Venga, a impresionar, a conseguir babas ajenas, pobres inocentes…

Y quiénes vienen: los suecos, con una experiencia científica tan simpática como ellos: si te gusta la noche, duermes poco, si duermes poco, amaneces feo feo feo. Y no solo eso, el tabaco y el alcohol acentúan el horroroso efecto, ¡ay, viciosillos… qué feos que os veo!

Las cenas de empresa nos van a llenar los días de gente de no mirar, pero los sosos suecos no contaban con el toque hispánico: el buen vino español, ¡arriba España!, que diría una lechuza animosa, y sus efectos miopes, aumentados con la pobreza tentadora de las mañanas de bancos, aseguradoras, organizaciones no gubernamentales, imprentas o incluso de las chicas de Zara. Tras encuentros tristes diurnos, ¡viva el vino, los tigres, los cuerpos, el champán, las sidras y arcángeles nocturnos, hip! ¡Feliz cena de empresa, lechucillas!

10.12.10

**Concepción inmaculada**


Que él está contento, dice la mami, llenito de alegría, pues once años no es nada. Ni miedos ni engaños, con solo los barrotes que dan el cariño y los gametos maduros, de esposas de plumas no sé si sabe, pero él está completo. Y es que son tantas las formas de decir te quiero: adivinar lo que pides, untarte en chocolate, relamerte en la cama, el desayuno, a las ocho, y ya más de treinta regalos sin costuras. “Y es que te quiero tanto”.

Juraste con un papel, dos anillos, una película de amor y un día llego Helena, hija de Zeus, belleza troyana, picardía escondida, y ahora él ya tiene dos, y está repleto.

Limpieza, pureza, goce solo por hijos, reza la Conferencia Episcopal, y yo soy consciente de esa magia que ellos venden, por inverosímil, pues es simple, sencilla, demasiado blanca para lo que se lleva: champán, marfil, blanco roto, sucio. Nos hicieron viciosamente devotos a lo carnal, a los cortocircuitos de la pasión, a los kilowatios de más. Por eso sus incendios de besos secretos no son inmaculados y dejan la puerta abierta, porque ella puede tenerlo todo sin tener nada, repleta del perfume de una niña hermosa.

Linda brujita, salerosa ella, zamorana. Mueve su cintura y levanta pesas antiarrugas, mientras traiciona a las lechuzas guardando el secreto de enamorar, la respuesta, el truco que no tenemos las que solo nos entretenemos con el amor. Y el caso es que no es fina de oído y sus pies tapan el sol entero, de grandes. Fina estampa, dos veces morena, no permite las noches frías y acaricia informes cuando él se duerme y no abriga. “Hoy deseo por ti; mañanac por ella, pasado, los dos”. Y, si no hay diabetes, antidepresivos ni medicamentos, los estudios dicen que él permanecerá entonado y en forma más allá de los ochenta: el contento eterno, porque él está satisfecho y sin pureza.

4.12.10

**Ana María**


Repasando las portadas de periódicos y revistas varias, una tiene que elegir entre dos nombres de mujer: Ana María y Sara, Matute o Carbonero. Y no me tachen de frívola, pero menos mal que la pregunta no se reduce al interés mediático. Lo cierto es que, en el debate entre tetas postizas o Premio Cervantes, aparecen enfrentadas dos realidades, dos tipos de mujeres o de encanto femenino: todo a través de la belleza o belleza por inteligencia.

Y mirad, mujeres operadas: muchas, aunque con el gusto de Sara, pocas, ¡solo 250 gramos por pecho! Mujeres premiadas con el máximo galardón de las letras hispanas: tres. María Zambrano y Dulce María Loynaz precedieron a la académica española. Yo, que vuelo entre las letras, muchas veces me he preguntado por qué todo lo que huele a Academia, se aleja tanto de lo femenino, emulando al mando masculino. Desde las últimas décadas del siglo pasado, vivimos un cierto boom de las escritoras hispanas: Allende, Grandes, Puértolas, Laforet… y tantas reconocidas con planetas, nadales y, sobre todo, lectores. Mas los eruditos, esos que rigen con cierta caspilla los órganos del poder crítico y literario, siguen arrinconando esa “literatura de mujeres” como ligera, fantástica o poco intelectual.

Señores, hoy les felicitó por su apertura hacia la profundidad, la sensibilidad, la crudeza social y la belleza. No nos miren los pechos, la literatura no tiene género.

3.12.10

**Miedo, tengo miedo**


Lo miras, un, dos, tres… te mira. Imaginas su voz, incluso sus ideas, y parece tan fuerte, protector, masculino; puedes dudar de sus intenciones, y dudas, y eso aún lo hace más interesante. Comienza una batalla que todas sabemos cómo termina: el secreto está en la química y esta dura lo que dura. “Tengo miedo de quererte”

Lo malo de ser ave de caza es que nos gusta el movimiento, huimos del saqueo de los ya muertos, de los sin sangre, por eso de que la rapiña no tiene gran encanto, así que, lechuzo, ¡déjate de barras y bares, ven y di "hola"! “Tiemblo de verme contigo y tiemblo si no te veo”.

No hay miedo, además de plumas, nosotras tenemos corazón, podemos enamorarnos de los que temen y de los que pierden. Pero, ya lo siento, hay lechuzas de escamas, lindos pececitos de colores que navegan a ritmo de ballenato y su contoneo de colas tiene un fin: seducir al macho, plas, plas. Y no las culpéis, todo está en su cerebro, esas hembras malvadas y bonitas no pueden querer a quien pierde una pelea. En la Universidad de Stanford han experimentado con esas aves del mar que no aman perdedores, por si ocurriera lo mismo con las de mi especie, y parece que sí. Ahora entendéis nuestra rareza: no podemos amar a los normalitos, necesitamos ganadores y despreciamos a los paquetes al fútbol, a los que no escapan de una multa, a los sinceros al mus, a los malos inversores, a quien se deja pegar o robar por un ladrón…

Como peces, nuestros hombres se exhiben, con sus cuerpos, con su valor y si el preferido gana la batalla, ¡ay, madre!, la pececita gira su cuerpo y ¡viva el placer! “Castigo que yo deseo”

Mas hoy, que pintan nieves y hielos, solo desecharemos a los tristes tocaculos y chulitos varios, porque la eternidad es muy larga y hay que entretenerse. Ya dejaremos la sinceridad para hablar de nuestra propia soledad.

18.11.10

**Plumas de mariposa**


Hace unos días, algún lechuzo desorientado decidió enviarme una “Guía de la buena mujer”, con once reglas para ser “La esposa que él siempre soñó”. Las imágenes, en tonos sepia, pretendían recordar los buenos quehaceres de las mujeres “de antes”: siempre sonriente, dulce y coqueta; viviendo para hacer feliz a su marido, para criar a sus hijos, con las zapatillas y el periódico dispuestos, una perfecta cocinera… una perfecta mujer. “Déjalo hablar antes, recuerda que sus temas son más importantes que los tuyos”. ¡Qué humor!

Creo que yo nunca poseeré esas raras habilidades, es más, algún gen anómalo impide que algún día pueda ser la perfecta nada, y eso es, y sin esfuerzo, mi mayor logro. Pero otras lechuzas han modernizado todo lo que se esperaba de las mujeres y suman, a esa finura de facultades, la seguridad en sí mismas que hace que no solo amen amar, sino que amen a quien las ame; su independencia; la alta belleza de un rostro dieciochesco, unas facciones que superan todo canon y un toquecito de carácter.

Pero, pobre mariposa que se marchita con el viento helado, a pesar de todo, eres lechuza y eso tiene sus consecuencias: ¡correeee! Porque ellos veneran tus alas y no te dejarán volar: el pasado siempre regresa, como una espiral que empieza de nuevo. Tiembla, amiga, porque ya no temes la noche, ni cuadrados ni rayas ni gris, y sabes de los principios y de su nula eternidad. ¡Qué difícil arrancarte de sus recuerdos!: locutores, enseñantes, informáticos, mentirosos de pañuelo eterno, balompédicos, raros raros y… ¡aaacción!

¡Bienvenida a las llamas del abismo, Lucinda hermosa!

11.11.10

**Entre Quijanos y Lorenzos**


Un García, López, Tejedor, de buen linaje y mejor cuna, con guion, preposición o de converso “arrepentido”. Hijo de Domingo, de Lope, Rodrigo y, con suerte, un Pero. Ellos cazaban, ganaban batallitas, dedicaban versos de caballeros andantes… Qué menos que reconocer su valor e inmortalizar sus nombres, oficios o procedencia. Mas hoy, que los lechuzos ya consideran arriesgado tan solo querer… están las cosas como para regalarles calvitos o dulcineas repitiendo su mismo abolengo. ¡Mi bicho es mío!
Pero como a Hispania ya no le quedan ni nombres, y no hablemos de hombres, a ver quién es la primípara que se atreve a discutir con su marido en plenos quejidos postepidural y a dejar al pobre cuitaico como a un calzonazos, sin dolores, cordón umbilical y sin linaje. ¡Locuras de feministas atolondradas!
No nos engañemos, lechucillas, de poco nos va a servir. O se aprueba por ley que sea primero el apellido materno o nos ponemos a parir sueltecitas y sin doncel, vía bancos, descuidos o desengaños. Mucha mujer de tronío, mucha dueña de su destino… y, a la hora de la verdad, no hay forma de cambiar la tradición: él fecunda, él decide. Aunque yo propongo que, en lugar del orden alfabético, que me veo a los Alonso dominando el mundo, se diriman las discusiones o por el sonido o al ¿pares o nones? No pares, tú nones.
“No digas mi nombre, Alejandro; no digas mi nombre, Fernando; no digas mi nombre, Roberto”. Un solo nombre es poco.

4.11.10

**Cosas sucias**


Lástima que hoy me toque ser literal. Mis palabras no están sucias de deseo, ni de fuego, aunque algo si me toca el sudor del California, qué duro estar duro, lechucillas. Y aunque no es mi intención ser maldita por todos los guarros que campan por las sucias calles de mi ciudad, lo cierto es que ya no puedo más: restos de papeles, brillos de plata grasienta y usada, cacas, babillas verdosas, chicles y colillas en los huesos. Somos una ciudad de cosas sucias. Tan espiritual y tan asquerosamente humana, acampanada sobre restos de basuras mal puestos, orines y perros educados en la mierda por amos de excremento fácil.

Y en otoño solo espero que llueva, triste y melancólica, pero con pies limpios. Barrenderos, señores de la limpieza urbana, operarios que recogen nuestros restos, simpáticos amigos del trabajo, peregrinos de noche y de día, sin descanso, con futuro perpetuo, son siempre premiados, por todos nosotros, como fieles lechuzos. ¡Mira por dónde pisas!

Paisajes de la tierra mía, canciones de usar y tirar, ¡aleluya! ¿Seré mayor y por eso pienso en guarrerías? ¡Una lechucilla verde! Un ejemplar único y rarito, sensible y picajoso, de voz suave pero constante, que es lo que es por quien le lee y le quiere, aunque sea bien.

¡Viva las deconstrucciones del siglo XXI y a vivir del canto!

29.10.10

**Lágrimas de... Moratinos**


Debilidad, fragilidad, emociones ganan a cerebro y eso, pequeñín, está muy mal, muy mal. A lo largo de mi vida, he visto llorar a pocos hombres, la muerte y el desamor aún los derrotan. Imaginad, lechucillas, qué ocurriría si una mujer fuera tan abierta en público: seguramente se le perdonaría tanta sensibilidad, pero no se le confiarían las relaciones exteriores de ninguna empresa, ni siquiera de una desesperada y en bancarrota. ¡A tú casa a gimotear!

Pérez-Reverte no se dedica a la política, es guerrero y clarito… si hay que usar las palabras, no hay problema: excremento, suciedad, porquería, una “perfecta mierda”, además de una mierda, es una persona sin méritos. Nada de acritud.

Las lágrimas de cocodrilo son otra cosa, la mentira de quien se cree superior y engaña. “Perdona, se me fue la mano”, “me emborraché y olvidé mi nombre, tu cama y nuestros hijos”, “perdóname, a pesar de todo, te sigo queriendo”… Y si las usa una mujer… ¡correee! Si es de las listas, acabarás creyéndote culpable y olvidando que ya no la amas o que nunca la amaste. ¡Cambio amor por compasión!

Eso sí, déjenme a los futbolistas tranquilos, a ellos carta blanca, a palmearse los cachetes y a llorar en las despedidas, derrotas y mundiales, su trabajo no nos sonrojará con el “todos somos buenos para la unión de naciones, hasta cuando somos asesinos o esclavizamos a nuestros pueblos”.

Me gustan las lágrimas, de hombre y de mujer, te absuelven a ti mismo, si son sinceras.

21.10.10

** Sostener tu mano **


Es cierto que la vida es tan compleja y dura que cuesta atravesarla solo, por eso, muchos cuidan a su familia, a sus amigos, a sus mascotas o, por qué no, a su ordenador. ¿Y un lechuzo? Ellos, con solo dar la mano, parecen sentirte ganadores de cierta bula ante la soledad, y tan sencillo.

También se dice que hay dos tipos de hombres: los que te cogen de la mano y los que te “cogen”, y que estos últimos no valen una… merienda. Y, así, la hemos liado, porque una mano no es su palabra y aún no sé si va más allá de un simple precinto contra el resto de la manada, si es que les gusta irse fusionando poco a poco o es una forma tierna de sentirnos cerca o de rozarnos su amor entre los dedos, como si este naciera de la piel... ummm, ¿podré entenderlo algún día?

Yo no reniego del don que tienen sus manos juguetonas, pero, en ocasiones, mas parecen fábricas de mentiras, no como sus ideas o sus actos. Allí, los gérmenes reinan en su hipocresía antijabones. ¡Lávate, so guarro! No saben lo mucho que ganan los que hacen uso del frote posnecesidades, que no son tantos.

A pesar de todo, e incluso prevenidas, tentamos a la suerte y quebramos nuestras propias reglas: no enamorarse, no darse de más, no echarle de menos, no tocar manos de “pitos y flautas”… Y nosotras, tan tontas, seguimos dejando que sea el tiempo quien nos diga cuánto significó y proyectamos en sus caricias nuestro futuro.

“I wanna hold you haaaand”

14.10.10

**Y no es verdad dolor, yo te conozco**


Ni aspirinas, ni ibuprofeno, ni na, si el dolor te puede… enamórate. Y tan fácil. Al corazón triste y sombrío de Machado tuvieron que haberle recetado una pastillita de amor. Pero no de ese profundo, consolidado, con historia, no, sino el del atontamiento de los primeros meses: nueve, tres o uno. Si no hay dinero para especialistas, ambulancias o fisioterapeutas, ¡doctor, inyécteme amor!

Y quién soy yo para renegar de dos investigadores norteamericanos que unieron sus estudios sobre el dolor crónico y los efectos del enamoramiento, respectivamente, al descubrir que no hay malestar que no se pueda olvidar pensando en quien te corteja. Buscaron a personas a las que someter y maltratar, solo un poquito, y que estuvieran en los primeros nueve meses de una relación, no quisieron arriesgar más, y es tal la euforia, el éxtasis y el embeleso… que todo es gozo y placer: y así no duelen los azotes, fustigaciones o tendinitis varias.

Una infección, amigdalitis o empacho… alégrate: ¡lechuza, prescríbete amor!

Mas yo pienso, ¿qué pasa con la subida de la bilirrubina? Venga, yo prometo enamorarme cada nueve meses, pero no sé si compensa: todo el día colgada, blanca, roja o amarilla, con sonrisa etrusca y ojos sensibles. Flacucha y sin apetito nutritivo. Y si pretendes ser madre y te cambian la epidural por la foto del certero fecundador: ahí sí que ya no respondo, me cojo un churro de los de las clases preparto de Tomillo y me lío a mamporros, con mucho amor, eso sí.

8.10.10

** Kiss me, love **


Sensible, tierna y especial, una Norma Jean ahogada tras la cara platino de Marilyn. Incluso ella dudaba de su voluminosa belleza y, resignada a no ser querida, dejó para la intimidad esos “Fragmentos” poéticos que mostraban su inteligencia. Y es que las lechuzas, si dejan ver algo, es solo una insinuación de todo su atractivo interno. Un hombro, una pierna, el intervalo entre unos pechos… no son apenas nada. ¡Tanto y tan bueno!
Sus películas y versos me saben a besos clásicos… llenos de picardías, ideas, literatura. Y, sobre esos mordisquitos en el alma de los labios, me pregunto: ¿queremos novelas oscuras, policíacas, de buscar al ladrón oculto o preferimos esos besos ahítos de caricias, los que susurran sin apenas tocar? ¿Con los ojos abiertos o con la imaginación? Los besos con la mirada cerrada siempre me han parecido más románticos, porque parece que, en la vida, las cosas realmente sentidas se hacen a oscuras. Mas no contaba yo con la imaginación de los lechuzos… Si su pupila azul se posa en nosotras, tampoco será mala cosa que se centre solo en ti y en tu pequeña boca, ¿no?
Es decir, no pongas tan caros tus besos y, si te topas con un buen cuerpo, deja que te cante un lento kiss me love y se llenen de deseo sus ojos, su boca, incluso sus palabras. “Poo pooo beee dooo!”

27.9.10

**Yo que un día te quise siempre**


Quién le dice al corazón que se calle, quién que olvide, quién que no merece la pena sufrir más… ¿Es él el que perdona o es el tiempo el que extraña lo antes sentido? Siempre me ha resultado sorprendente la capacidad de los lechuzos para recomponer su lecho, para dormir el pasado y encontrar un nuevo amor, o lo que sea. Y las bodas vienen sin más, diez años paseando de la mano a una rubia, a la que “quiso siempre”, para casarse, a los once, con la morena que consoló su ausencia. ¡Y no hay más! Roto y cosido.
Pero, mis queridas lechucillas, llega un momento en el parece increíble hasta el propio pasado. Y no es solo que los ex ahora estén con otras de menor o mayor valor, ni que apunten maneras de amante de las grasas polisaturadas, ni que hayan perdido la inteligencia esa que te enamoró… Es que verlos es un no lo creo. Pero todo pasa y todo queda, y ahora que renacen los amores entre mis lechuzas, compruebo cómo nuestra cabeza actúa de forma realmente cruel.
Al principio, el lechuzo en cuestión nos encandila, pero notamos esos defectillos que lo alejan de nuestro canon ideal: es mono, pero… Seguido a esto, un par de "megustas", notitas o mensajitos de amor y besitos en plan ñoño, hacen que pienses “no me lo puedo creer, soy única para él, con tanta lagarta alrededor”.
Entonces, como si de un encantamiento se tratara, nos hacemos chiquititas al mismo ritmo que su grandeza se acrecienta, tal que si fueran colosos del amor, en lugar de tristes maripositas de capullo.
¡Qué diferente es el mundo desde el otro lado del espejo!

17.9.10

**Cosas que hacen que la vida valga la pena**


Ser lechuza impone un carácter resistente a los encantamientos: por muchas palabras bellas, una boca que diga tu nombre, por intenciones… no nos perdemos, solo son películas de amor por las que suspiramos un tiempo corto. Pero si el lechuzo en cuestión deja discursos por besos y olvida vacaciones, amigos, trabajo y otros encuentros por acompañarnos en una vuelta a la rutina que a su lado ya no es tal… Ahí, la lechuza destruye temores y muros, que trabajito nos cuesta. ¡Molaaaa, el amor!

Y del cinco pasamos al dos y, si hay suerte, al tres o al cuatro. Y es así, queramos o no, nuestro apodo sigue tras nuestra condición de mujer, esa para la que no existe ni el “yo” ni el deleite en sí mismo, esa que se pierde pensando en él, en el interés ajeno, en cuidar y procurar la felicidad de quien te quiere bien.

Es difícil, lo sé, necesitarlo, percatarnos de nuestra propia insuficiencia, sentirse seres sociales (tanta cañita me va a matar) y ponerse guapa mirando en el espejo de ese otro que te espera, que siempre espera, pobre (la perfección no se me da bien), tanteando el reloj.

Mordiscos, carantoñas, algún insulto que otro, mi chico, mi niño, mi ratoncito, mi amigo, cari o simplemente él. El que te pone nerviosa y no te olvida, el que por ahora te escucha y cambia planes por ti, el que canta, baila o ronronea. Pequeñas cosas que hacen que la vida valga la pena, aunque, tal vez, mañana llueva.

Volver a casa y saber que estás…

26.8.10

**¡Viva el juego de reinas!**


Si ya Valle-Inclán abusaba de la farsa para hacer arte, y del bueno, cómo íbamos nosotras a sorprendernos de que los monumentos al músculo de algunos lechuzos no fueran más que un esperpento, digo espejismo, en pleno desierto de ideas. Y así son las cosas: sonrisa profidén, cejas lustrosas y certeras palabras, y ya estamos nosotras moviendo las alas cual colita mimosa, y es que es tanta la sed y tan poquito el miedo al fracaso… y yo lo entiendo, con la crisis, no están las cosas como para negar un café, helado o almohada a uno de los guapos.

Y al principio todo es tan bonito… te acompañan en las noches de Messenger, te pasean el perro, frotan el brillo de tu coche con sus propias esponjas… pero tarde o temprano llega el puñetero Pro Evolution Soccer para descubrirte el engaño: el envoltorio puede ser bonito, mas engordan, buscan pelo y olvidan recorrer los senderos de tu cuerpo, que ahora sí que ya es más tuyo que su camino de perdición.

Horas y horas moviendo sus deditos, a su derecha, a su izquierda, siempre manos tan certeras, tan vibrantes de emoción y a ti no te toca ni un poquito. Pero tampoco es novedad que a cabezonas no nos gana nadie y, en esta batalla contra la evolución del hombre “tranquilo y parado”, nunca nos rendimos: una ingeniera estadounidense ha creado la solución a semejante conflicto de dejadez somnolienta: colocar los sensores que hay que apretar en los sujetadores y ropa interior masculina y ya solo queda… jugarrr. No hará falta que les explique cómo superar sus tres niveles de dificultad, ¡Viva los moratones del amor!

12.8.10

**Expulsadas del templo**

Sabíamos del poder del cuerpo de una mujer, nosotras y tantos y tantos que se empeñan en taparlo y oscurecerlo como algo sucio y pervertidor. Almas de barro, retozando entre lodo y fango pecaminoso.

Suponíamos que era algo pegado a nuestro propio pasado o a quienes se han apropiado de la palabra de su Dios para castigar y dominar a las mujeres en el reino talibán de los hombres. Pañuelo en la cabeza, hombros cubiertos,… Mas, oh, sorpresa, aún permanecen en nuestro presente católico iglesias prohibidas para quien ose, en pleno estío calcinador, entrar en la casa del Señor enseñando rodillas o un sacrilegio mayor: los lujuriosos y lascivos hombros, umm. Mientras tanto, las esculturas naturistas y góticas de la catedral de Milán se ríen impasibles ante nuestro sonrojo. ¿Dónde vais, so golfas? ¿A qué es hermoso el hombre hecho a imagen y semejanza de nuestro Dios?

Mientras tanto, los templos dedicados al culto reservan una de sus esquinas para rezar al dinero, venta de recuerdos y estampas varias… Al mismo tiempo que nos educan a reservar nuestras mejores prendas y joyas para presumir en la Misa del Domingo. Ahora, los progres defienden el uso del burka por estar a favor de la libertad, pero prohíben las corridas de toros a las que nadie va obligado. Nuestra sociedad peca de falta de coherencia, algo demasiado evidente en el mundo de la religión y la política, ese en el que parece que no todos somos iguales.

24.7.10

**Dónde está la diferencia**


Con el veranito: ¡Viva el amor fugaz!, un respiro delicioso para el orgullo, en la playa, en la montaña y, si te pones, hasta en Italia. Y es que cuando uno no pretende ni entenderse… todo lo que hay es atracción, solo un hombre y una mujer, belleza pura, feromonas sin engaño, un amor maravilloso por su “dejarse llevar”.

Sueños e imaginación tomando cuerpo con un idioma diferente, ni mejor ni peor, solo otro lenguaje. Estando en casa, escuchas el típico: qué guapa eres, me gustan tus ojos, labios, tal vez tu cuello, si el lechuzo es original, y tu cerebro traduce: “otro pesado más que me quiere engañar”. Mas la brisa del mar, el olor a salitre o la luna rojiza y bella lo hacen todo más intenso, curiosamente, cercano a la verdad por no buscarla. Y son tan buenos los recuerdos sin cadenas… Abbracciami e stringimi ai giorni tuoi. Y si toda gran historia tiene un comienzo…

Y por qué serán tan guapos los otros, por qué nos rendimos a lo de fuera o a lo desconocido antes que al producto patrio, quizá son más morenos, más altos, más fuertes, quizá saben decir lo que quieren sin hablar o quizá seducen en el momento adecuado. Respirando vacaciones, envueltas por la majestuosa Venecia, por las ondas del mar galego o entre tus amigos de infancia, sentada en la oscuridad de la noche, quién no se enamoraría del cartero de las dulces palabras del amor.

Lo bueno del verano: volver, soñar y creer.

24.6.10

**Desconectada o fuera de servicio**


Lo ocurrido hace unos meses en Kenia me hace plantearme qué significa ser feminista, cuándo una mujer puede firmar ese contrato ideológico que los lechuzos usan como si, al hacerlo, te volvieras un enemigo, estropearas tu cuerpo u odiaras el fútbol y a los hombres. No, no, no, ¡qué delicia el balompié!

Un grupo feminista keniata, siguiendo a la clásica Lisístrata, decidió que la mejor forma de arreglar los problemas políticos de su país era la huelga sexual, sobre todo de las dos primeras damas, esposas del presidente y del primer ministro, enfrentados, pero unidos en el hundimiento de su país: “Si ustedes no saben renunciar a la violencia y acordar una tregua, no vengan aquí a negociar revolcones”. Las mujeres, listicas ellas, pagaron una semanita de ausencia de trabajo de las profesionales del tema y, tras siete días de solo palabras, hecho: todos a hablar.

¡Qué bien, ganamos las mujeres! ¿estáis seguros? Ellas con el poder en sus manos, ejem, y ellos tan imbéciles. Ahora entiendo el ataque británico a Sara Carbonero por la derrota en el Mundial. A ver si van a tener razón…

A mí esto me deja regusto a machismo, decir que sí a quien esclaviza nuestras piernas como objeto sexual, es una pena que hayamos cambiado tan poco y sigamos viendo ciertos placeres como regalos a un hombre. Mientras, mis lechuzas siguen aprendiendo: tú me das, yo te doy y todos contentos.

18.6.10

**Cinco besos sonoros**


Una tormenta bioquímica. Los hay dulces, piquitos, carnosos, a mordiscos, íntimos, simples o complicados y desagradables, muy desagradables para quien mira ¡Ahhhh, id a un hotel!

No se sabe por qué, pero lo cierto es que constituyen una prueba más en una relación o previa a. Las mujeres, también diferentes en esto, pueden, con solo besar, distinguir si el lechuzo merece la pena; aunque, tras ciertas experiencias propias y ajenas, parece que este es uno de los dones que se nos han ido caducando con la dichosa evolución.

Los científicos norteamericanos han profundizado en su motivación, significado, en el porqué. Afirman que nosotras podemos distinguir ciertas sustancias presentes en las bocas masculinas, menos oscuras que las palabras de nuestro contrincante, por eso, la lectura que hagamos de sus labios, de su boca, es un paso previo fundamental para un encuentro más interno, no tanto para un hombre: “Al grano, al grano”.

¿Alguna vez te has dejado ganar por el deseo sin besos previos? Un lechuzo podrá decir que sí, nosotras… yo es que no me veo. Un beso es algo más y no entiendo la razón, pero hay besos que pueden hasta reconciliarte con la vida, esos que te prohíben dejar de sonreír, los de las cinco carcajadas sonoras, los de la intensa cara percha.

Cuándo inventarán un Iphone que transmita besos, cuándo el Facebook te dejará sentirlos… ay, amiga, puedes creer conocerlo, puedes enamorarte en la distancia y confiar en el principio de una nueva “amistad”, mas, recuerda: si aún no sabes si te gusta, bésalo.

**Cinco besos sonoros**

Una tormenta bioquímica. Los hay dulces, piquitos, carnosos, a mordiscos, íntimos, simples o complicados y desagradables, muy desagradables para quien mira ¡Ahhhh, id a un hotel!

No se sabe por qué, pero lo cierto es que constituyen una prueba más en una relación o previa a. Las mujeres, también diferentes en esto, pueden, con solo besar, distinguir si el lechuzo merece la pena; aunque, tras ciertas experiencias propias y ajenas, parece que este es uno de los dones que se nos han ido caducando con la dichosa evolución.

Los científicos norteamericanos han profundizado en su motivación, significado, en el porqué. Afirman que nosotras podemos distinguir ciertas sustancias presentes en las bocas masculinas, menos oscuras que las palabras de nuestro contrincante, por eso, la lectura que hagamos de sus labios, de su boca, es un paso previo fundamental para un encuentro más interno, no tanto para un hombre: “Al grano, al grano”.

¿Alguna vez te has dejado ganar por el deseo sin besos previos? Un lechuzo podrá decir que sí, nosotras… yo es que no me veo. Un beso es algo más y no entiendo la razón, pero hay besos que pueden hasta reconciliarte con la vida, esos que te prohíben dejar de sonreír, los de las cinco carcajadas sonoras, los de la intensa cara percha.

Cuándo inventarán un Iphone que transmita besos, cuándo el Facebook te dejará sentirlos… ay, amiga, puedes creer conocerlo, puedes enamorarte en la distancia y confiar en el principio de una nueva “amistad”, mas, recuerda: si aún no sabes si te gusta, bésalo.

17.6.10

**Cables cruzados**


El cruce: hipnótico, sensual, la cima de toda atracción… y todo va bien. Pero las relaciones con lechuzos tienen dos polos en repulsión: razón y símbolo. La razón la pones tú, lo oculto, ellos. Novela contra poesía pura, palabras colocadas en el lugar exacto, elevado, todo pensado para la conquista, pero sin historia detrás.
Por eso, aunque te ganen las orejas y te resulten convincentes su perfección y versos, recuerda que no son más que un reflejo de lo que tú deseas que llegue y de lo que ellos jamás podrán ser. Tarde o temprano, al avatar de turno se le cruza el cable (y eso que solo es uno) y perdemos la conexión con el mundo azul para encontrarnos con un extraño más, uno de carne y hueso, un paralítico del amor de cintura para arriba.
Y a pesar del engaño, si el hombretón de turno es de fantasía y en sus posaderas deslumbra la belleza del 3D..., qué importa que sus besos no nos sepan a madurez o que un día su boca libere un “te adoro” y al otro, “adiós”; qué prefieres: verosimilitud o sueño. El amor es arriesgado, desconcertante, peligroso, a veces tan callado…
Recuerda: si una noche, un adonis del verso te recita estrofas en honor a Jovellanos o se cose a tu cintura de colmena, sonríe, coge de lo malo la alegría y señálale dónde te sientas, hasta dónde llega una mujer para juntar los imanes un ratito, que para toda una vida... tanta exaltación puede resultar algo cansina. En este cuento, princesa, ni el conejo es tan blanco ni la reina de corazones tan malvada.

10.6.10

**Olvidarte sin más**


Las cartas de Richard Burton a Elizabeth Taylor han publicado recientemente la desnudez de su amor, en unas fechas en las que en España se discute sobre el uso en público de velos, burkas o cualquier tipo de insignia o símbolo discriminador. Los desencuentros pasionales, su historia incondicional, perfecta por su imperfección, escrita con la violencia de las vísceras, sin flores, sin pasado ni esperas, solo ahora, posesión y libertad, amor y muerte no hubiera sobrevivido como leyenda en el tiempo si la sensualidad y la belleza femenina siguieran siendo tratadas como un problema, como la posesión de un ser diabólico, corrupto o inferior. Si la perversión está en los ojos de quien mira, ¡qué bajen ellos la mirada!

Y no me digan que es religión, una tradición o a una promesa familiar, no quiero que se respete mi salud con el prohibido fumar pero se insulte mi inteligencia o mi nombre, mi pelo o mi cara, porque yo y mis lechuzas somos cuerpo y alma y nuestro recipiente es tentador pero es más peligroso lo que callamos cuando se intenta segregar parte de lo que somos. La mujer tiene que ser y parecer, ¿es eso?, pues si solo una de nosotras es partida en dos por el mandato de un hombre, yo soy apartada, junto a su tocado extraño, de lo que significa el coqueto orgullo de la redondez.

Prefiero el espejo de Elizabeth Taylor, su vientre infértil fue adorado en la intimidad de sus ocho matrimonios, por su cintura, su equívoca dulzura esmeralda, la redondez de sus encantos… Sus besos gemían al ahora de sus amores. Ella brilló con cada una de las manos de sus amantes y nunca pudo olvidar sin más, pero sí seguir viviendo tras el fin del deseo, porque si aprendes a disfrutar de los momentos y a escuchar lo que sientes sin taparte los ojos con la venda de la continuidad, nunca, jamás, podrán relegarte sin más.

Y en versión charanga: doña Cayetana, lozanía y carácter por montera, sin nada que esconder.

27.5.10

**Y acariciarte en la mañana**


Las noches lechuciles traen sorpresas, traen. Donde era negro, ahora es blanco o gris, ummm. Y ahí está la dificultad: encontrar el límite entre los colores, aficiones, la distancia exacta entre dos ciudades o el lazo entre dos nombres, el punto medio de la felicidad.

Nos guste o no, todo se rompe y es doloroso que las fotos recuerden ese pasado que ya nunca existió o que quienes no conoces te avivan. Y qué sería de una lechuza sin pasado: una paloma.

Pasar de cazado a cazador no tiene regreso y nosotras somos conscientes de unos ojos abiertos que no queremos perder. Y es cierto, todo está bien, en todas las situaciones puedes encontrar lo positivo; mas ya conocimos las ataduras autoimpuestas y, a pesar de que ya tenemos una edad de barriguitas, calvos y golfos echados a perder, ¿realmente la aparentamos? Hoy se nos cruza un amigo, de esos que te masajean el orgullo con ademanes lisonjeros, y nos parece soso por su sencillez expositiva: me gustas, quiero estar contigo, acariciarte, recomiéndame qué leer de madrugada. No, no, no; es tan evidente, aburrido, tan tremendamente sospechoso…

Luego tenemos la otra opción: toparse, chocarse, rozarse con inteligencias libres. Malo, malo, malo. A nosotras, qué no nos separen de nuestra ruta solitaria a ratos. Pero la tentación es tan bella, esas curvas de ballesta en nuestro camino… son giros que nos frenan de golpe y nos exigen drenar la tierra para allanarla, para llegar a la recta que no queremos y que nuestro instinto nos ha cosido dentro, junto al reloj que algunas paramos en los muñecos pelones de la niñez. Tic, tac, tic, tac, tic.

Yo me alegro de tu falta de artificio, domesticada paloma, de tu sencillez, de que siempre sea llano tu destino; tal vez en ti se halle mi fe, esa que perdí con la inocencia, la más ciega de todas, esa que llaman amor.

13.5.10

**Una perversión femenina**


Paciencia, un sustantivo con el que las lechuzas nos perdemos, tal que pareciera formar parte de nuestro ADN, un ácido anómalo y maligno que practica con nosotras el masoquismo de ser esencialmente buenas.

Suspiramos por esas mujeres del pasado y sufrimos con ellas tanto que tuvieron que aguantar: solo dos manos para una casa, para un número elevado de hijos, solo dos manos en la intimidad. Imaginamos una vida en la que el amor se puede marchar sin que el tiempo te deje notarlo, matrimonios atados a la costumbre, al qué dirán, a un proyecto de vida con firma masculina.

Y, orgullosas de una falsa libertad, nos creemos diferentes, mas somos solo un reflejo de lo que quisimos ser. Es cierto que amamos fuera y dentro y que entendimos que cada historia que termina puede empezar bien, que no somos de nadie y que el que una vez te humilla y te desprecia seguirá con una segunda o una tercera, si le dejan.

Los lechuzos son así; conscientes de su interior, se han adaptado a los nuevos tiempos: doble galanteo, eficacia y fugacidad, por menos delicadeza, atenciones, nada de perfección. Mis lechuzas lo entienden, incluso lo silencian, comprenden los vaivenes varoniles y la falta de recuerdos en la noche, nosotras sabemos perdonar palabras, besos, intenciones que parecen y no son, porque nos eran indiferentes esos borrachos del olvido y nunca creímos su conquista, aunque sí su amistad.

Nosotras hemos arrancado a mordiscos cada una de las marcas de Eva, mas lo siento por vosotras, lo siento por ti: tú, que sigues confiando en sus requiebros o creíste que sus caricias eran ternuras, ¡pesada cruz!

Ya no pidas padres, no pidas hijos, haz como yo: sujeta la fusta, prueba suaves e intensos y reza el creo en mí.

1.5.10

**Pasiones efímeras**


Con el permiso de Bibiana. ¡Malvados cuentos, príncipes y sapos!, culpables todos de que las lechuzas hayamos creído que nuestro mundo está distanciado del masculino. ¿Sentimos diferente, entendemos las caricias, buscamos literatura en la pasión? No será esta vieja rodeada de plumas y plumillas quien niegue una superioridad intelectual, no seré yo quien se permita despreciar una mayor capacidad para aprehender, para respirar profundamente, para apreciar el mundo sensible, lo mágico, plástico, bello, azul…

Pero las estadistas progres se equivocan, la fantasía sentimental de los clásicos infantiles no ha arruinado nuestra personalidad femenina. Qué fue antes: ¿la mujer o la princesa?, ¿el amor o el cine? Y estas ministrillas, cuando se ponen, se ponen; miedo me da, no les dé por censurar la emoción de Casablanca, Cyrano, Amelie, ay, Los puentes de Madison… o toda expresión artística que nos engañe con un mundo de hombres buenos y amantes inteligentes. Sí, escasean, no nos engañemos; mas, o poco nos aprecian ellas o confían demasiado en nuestra ignorancia…

En Caperucita encontramos el ejemplo adecuado, una metáfora perfecta de lo selecto de nuestro radar. Cierta es la querencia por los caminos largos y sinuosos, por la lentitud en pasos y manos, por las palabras susurradas al atardecer… que hacen que nos dejemos morder por los que van de lobos. Vigorosos, labios de aquí y ahora, peligrosos hasta la extenuación, llevan nuestra piel y estos huesos que nos comen hasta el límite de lo prohibido, de la muerte, del dolor… Un momento para el no pensar y el sentir… efímero.

Pobres lobos desechados, se pierden en nuestros ojos, pechos y besos y acaban disecados en el álbum de nuestros recuerdos. Una muesca más de un rifle que solo soltamos cuando aparece un cazador. Más sereno, más íntimo y sincero, menos peligroso pero perdurable. Y, a pesar de que no nos guste su camisa, siempre nos queda el asombro, la sorpresa, el secreto oculto que un lobo nunca podrá entender.

El lobo ibérico, cazado de noche, fiera solitaria y triste de día.

¡Queridas lechuzas, nos queda mucha vida para el separa y recicla!

21.4.10

**El día de las lechuzas**


Siempre le he encontrado un cierto punto de belleza al silencio, ya sabéis: si no tienes nada bello que decir… cierra el pico. Lástima que a una le entren tantas moscas, y moscardones, y no pueda silenciar los encantos de los adonis zamoranos.

Y como La Voz encontró que el dinero es más valorado que la verdad, a los que creemos en la palabra nos han prestado un nuevo Día, el sustantivo del tiempo, de la permanencia y la renovación semanal. ¡Viva mis niños: recios, valientes, eternos!

Digo niños, y digo bien, pues mantienen ese punto de inocencia que me encanta. Qué sería de nosotras sin la ingenuidad ¿podríamos las lechuzas sobrevivir entre las garras de las relaciones, o lo que sea, amorosas? Puesto que no es discutible nuestra superioridad intelectual, digo, ese pequeñito fallo de la naturaleza puesto ahí en pos de nuestra infelicidad; la candidez femenina se nos otorgó para soportar la evidencia masculina. Así, ¡la fastidiamos!: su simplicidad la hacemos complicada, su camino por asfaltar nos parece una metáfora de un mar misterioso, bravío, inundado de secretos, de locuras de sal. Error tras error, un hombre es hombre, un lechuzo tal cual; matemáticas de uno más uno, pura Primaria y no busques más.

Mas, ¡ole las sumas, los desayunos de toda la vida y las margaritas! Aunque solo sea por un Día.

31.3.10

**Las dulces niñas del ligue**




No os aflijáis mis tiernas lechucillas, que os salen granos, los chicos os miran así como raro y no hay manera de sacar provecho al alcohol ingerido contra la timidez: el Ayuntamiento de Segovia es vuestro nuevo aliado en el arte del “bien entrar”.

Si tenéis entre 13 y 16 años y sois mujeres: ¿qué más os puede preocupar? Vuestra cabeza femenina manda y son los lechuzos una única obsesión y ambición. No necesitáis llegar a conoceros, comunicaros, descubrir nuevas aficiones, vuestro don y camino. No, no, no, lo único que os hace falta para sonreír es que los pipiolillos os encuentren arrebatadoras, sensuales, diosas del encantamiento…

El curso formativo “Aprende a ligar”, con un coqueto presupuesto de 35.000 euros, reunirá a las niñas segovianas que necesiten un empujoncito o tal vez dos. ¿Habrá prácticas y examen final? Con semejante inversión, ya podrán ligarse al Duque, ya.
Ante todo esto, esta madura lechuza aún en flor se pregunta: ¡Pero es que existía una técnica! ¡Y es cosa de mujeres! A la mierda la naturalidad y el dejarse llevar.
Lechuzas, a ver quién es la empollona que saca más nota, porque como tengamos que dejarlo en manos de ellos… mejor que se apliquen en el decálogo del buen amante y amo de casa que nosotras ya hacemos el resto.

26.3.10

**Y los gorilas desaparecen**


Lejos de la habitual ironía y buen humor de esta sección, lo melancolía aparece con el adiós del gran simio que pervive en el Congo, otra belleza guiada al olvido en tan solo quince años. Y mientras unos nos abandonan, los grandes lechuzos, monos y puercos zamoranos se siguen agarrando a sus posesiones de tal forma que ni cuando meten la pata son capaces de mostrar su hombría y reconocer el fracaso.

Por qué salir lastimado si siempre habrá otro al que explotar, de quien abusar por dinero, a quien picotear, agredir o burlar. Nunca pretendí meterme con la venta carnal de los cuerpos: es complicado juzgar a dos que llegan a un acuerdo libremente; solo la esclavitud merece mi recriminación, la sumisión exigida, las mentiras del poder…

Qué eres un negado en eso de dar amor: el billete te salva de la soledad lúbrica; qué colocas y despides a quien no debes porque eres el amo del universo: ya aplastarás a los lechones que pequen de inocencia y demasiada juventud.

Y es lo que tiene ser pipiolo, nunca aciertas con lo correcto: si sales porque sales, si no sales porque juegas al póquer y si juegas al póquer, ten cuidado si ganas. Miren ustedes los botellones: “qué horror”, “a lo que vamos a llegar con estos jóvenes”. Pero ten más de treinta, salta a una Virgen y camina hacia El Rocío: ooooh, se emborrachan y drogan por devoción. ¡Anda ya!

22.3.10

**Ellos más, pero menos**


En pocas cosas nos ganan los lechuzos, y eso no es novedad: en músculos, calvicie y en grados de amistad, rasgos pegados a sus alas; en lo demás… Pero como una no se acostará… resulta que un estudio sobre el alma humana acaba de darnos otro golpe en la boca: en ellos perdura el deseo sexual hasta cinco años más que en nosotras. ¡Lástima, ya empieza otra pelea por ver quién aguanta más, quién puede mear solo, quién hacerse la colada…!

Mas, esperad, si ahora no me fallan los datos estadísticos… los lechuzos agotan su vitalidad primero, fallecen, estiran las alas, cortan sus vuelos antes que mis queridas lechucitas, dejando tantas desconsoladas viudas del amor… Esto lo explica todo, y es normal, que su libido dice adiós… su cerebro la acompaña allá abajo, a sus entrañas, a sus deseos. Si su querido brazo deja de sentir… para qué vivir. Ay, desconsoladas vidas que la falta del vicio deja.

Ánimo, chicos, que nosotras os acompañamos en vuestra pena y por eso vemos como divina vuestra lozana juventud.

7.3.10

**Juguetitos del amor**


Hay lechuzos que consiguen que, cada cierto tiempo, nos sintamos utilizadas como artilugios de plata, estriados, con forma de "u" o de conejito rosa, como si fuéramos muñequitos capaces de estrangular y hacer perdurar el vicio, algo por lo que, aunque no lo crean, no pierdo el sentido.

No es la lujuria lo que manda en mis manos, recuerden mi "angelical e inocente" espíritu de mujer; no crean que mi cerebro ha enloquecido por la cercana primavera o que me he embrutecido al respirar amor en esta apartada orilla de La Voz, ni bellos efebos ni divinos cuellos ni venéreas sustancias han guillotinado mi juicio; mis deseos van con mis lechuzas: por eso escribo por nuestra autoestima, por el autoerotismo, siempre buscando el querer... nos.

A ellos les dejo el sencillo uso y disfrute fálico, la amistad sin palabras, no pensar, olvidar besos, ignorar, no llorar, no aguardar amor. Para nosotras, elegancia, ilusión, belleza, pasión, lo inmortal e impasible y la generosidad de saber llorar después.

Ni recrimino vicios y no soy compañera de la virtud, pero reclamo que huyamos de los nombres conseguidos sin esfuerzo, que saquemos las ganas de vivir a pesar de las heridas, de autoconocerse, del dolor... Eso sí, mientras no nos emborrachemos con los sueños de otros, ¡viva los "autoplacenteros" juguetitos del amor!

**¡Adiós, Cordero, adiós!**


Pasado el Carnaval, las lechuzas nos pensamos que todo el mundo es engaño, pero del bueno... Así, nosotras nos dejamos abrasar por lechuzos con forma de lobo y que creemos con cabeza de cordero lechal.

Los instintos salvajes son sencillos: si huele a bestia... qué crees que será, ¿malogrará su vida demostrando su loco amor por ti? ¿guardará el puñal de esas garras que disfrutas de noche para acompañar con caricias los bollitos del desayuno?

No son apariencia esos ojos gallardos, la sonrisa diabólica y sus manos mezquinas, beso, labios, boca, carne, ñan, ¡y ya te comió! Y si consigues escapar, no te confíes, las embestidas lobunas son intermitentes; escondidos entre los árboles, en silencio, complejos por su ingenio ante el goce, románticos por su pasión y de dos en dos o más de tres.

Sus ataques son así: o desaparecen todos o ninguno. Tú despide, espanta, guarda tu llama de amor viva, pues, por mucho que diga tu razón: "¡Adiós, Cordero, adiós!", los falsos siempre regresan, y los lobos son lobos, insaciables en su uno por tres y... ¡tan felices con su cuento!

19.2.10

**Gracias por fumar**


Por ese gris en tu mirada, por los aromas a madera, el amarillo en tu aliento...

Será sensual la forma de agarrar un pitillo, será interesante la comisura de los labios de una mujer fatal, será... digan lo que digan, un vicio egoísta y desagradable, un gasto en el mal ajeno y propio al que las mujeres nos hemos asociado más incluso que a nuestras devotas labores.

Si destacamos entre tanto lechuzo por una poco común inteligencia, siempre que exceptuemos a las lechucillas de bolso codero estilo Tamara, o sea Preysler; se escapa de mi razón, la que me queda, esta costumbre femenina de apropiarnos todo lo que los grandes imperios de machotes adaptan para nosotras: si el tabaco era negro y se mascaba... que se lo traguen ellos, ni rubio ni camellos ni dromedarios, que mis dientes me gustan blancos y mi pelo más dorado que ceniza.

Sí, fumando aparentas dureza y te rodea una pestilente superioridad, mas es tan caro y poco duradero el disimulo.

Yo de mis tacones ya no puedo renegar, pero mi estupidez no es pegajosa y es tan bella...

**Este domingo es el día**


A sonreír, a cantar, venga achuchones, arrumacos y cumplidos. Gozo sin sonrojo, y en el Día del Señor, es lo que tienen los novios del 2010: un día santificado a un amor exclusivo, un regalo divino, aunque más enganchado al débil cristal que a la insulsa eternidad. ¿Quién consumiría un infinito de amor en lugar de un día de Carnaval consagrado a la cursilería?
Rosas, cenas rojas, paseos afrodisíacos para abrir labios, desgarrar, lubricar la piel hasta los huesos por… unas horas, una noche, una vez, que pasarse de más puede resultar ingrato y nos hace esclavos. ¡Piedad para esta lechuza!
El pérfido disimulo da grima. Hablar y mentir, mentir y callar, pagando una tortura voluntaria en cómodas cuotas anuales. ¡Pero es tan bonito, ohhh, el amor! No se reflejan las caries, no hay grietas labiales, no existen las barriguillas tortilleras.
¡Ay, hoy te huelo diferente! Tus cabellos son el sol; tu boquita, una carnal fresa y tus dientes, mis mordedores de nácar. Y Cupido vigila desde su torre, como un traicionero desertor, con mueca embrutecida e intenciones de depravado malandrín. Distingo, entre sus lindos ricitos de oro, protuberancias, puntiagudos montículos de marfil: “A estos les doy un mes”, “venga, un cuatro por uno”, “dos no se casan si tres no quieren”, “como son seis… despertarán solitos”
Ohhh, ¿un regalo?, ¿para mí?, ¡ay, qué tonto estás! Venga, lo acepto, pero solo por esta vez, que yo no soy de estas cosas.
“Hoy es el día de los enamorados y solo lo que importa es el querer… San Valentín, yo no te olvido, porque su amor en esta fiesta he conseguido…” ¡A quererse todos, tocan!

15.2.10

**¿Espejo o femme fatal?**


El poder siempre se ha visto desde una perspectiva masculina, algo que hoy sigue activo en la mente de mujeres que, alcanzando metas altas, deciden adoptar un rol brusco, una voz dura, una imagen excesivamente hombruna, como si el mando solo fuera efectivo desde ese enfoque, véase la renuncia a la sonrisa de Chacón, la gravedad en el tono empleado por Aído o la vestimenta viril de Cospedal. La incógnita está en saber si se han realizado profesionalmente gracias a esa imagen o a pesar de ella.

La Judith bíblica cortó la cabeza de Holofernes, decapitando así el icono de la mujer espejo, del reflejo del otro, de la mujer pasiva y sumisa; para desnudarla de roles, para otorgarle un significado propio y distinto. Mas parece que las españolas no hemos encontrado razones para preservar nuestra independencia y escribir versos propios sigue siendo la asignatura pendiente, encorsetamos nuestros pechos, escondemos una belleza poderosa, una sensibilidad distinta, nos avergonzamos de una inteligencia emocional superior. No hemos entendido ni significado ni significante de la palabra igualdad.

Quiero, que gracioso verbo, equilibrio en obligaciones, en derechos, en oportunidades, no reclamo trato divergente, no soy caballera ni hombruna ni débil. Mis lechuzas son genuinas, desconcertantes, a veces oscuras, a veces demasiado evidentes, irrepetibles, únicas, lunáticas... Y nuestro yo es sensual, sexual, feroz en ocasiones, devorador o romántico, tal vez. Somos como tú, nuestras y de nadie.

28.1.10

** Amor sin remedio **


Muchos confunden las tonterías que se hacen por amor con falta de criterio o inteligencia, otros opinan que la pasión lo permite todo y que no debemos juzgar, pero lo cierto es que quien no haya cometido estupideces, quien no haya bajado el listón de su orgullo por desear a otra persona... realmente ¿puede decir que ha vivido? Al fin y al cabo, “estas botas se han hecho para caminar”.
Y, aunque tu edad llame a cordura y serenidad y lleves meses buscando argumentos y cosas astutas que decir, con la llegada de la noche, más azul que nunca, solo eres capaz de murmurar alguna tontería, como “tequieros” o pequeños insultos, del tipo “eres un gilipollas”. ¿Y qué más dará lo que diga tu boca si tus arrugas se han paralizado en tu cara, sin expresión, solo con esa mueca de Comodín, esa cara percha que grita “cómeme”?
Mas, ¡ay de la que no consiga que su alicia beba a dos de la ambrosía nocturna y envenenada! Los lechuzos y sus respuestas son sencillas y normalmente es que “sí”, pero, como sea que “no”... guarda tus esfuerzos para otro galán, porque, si lo máximo que están dispuestos a compartir, en la mayoría de los contratos amatorios fuera de la ley, es un encuentro carnal y ya ni eso te dan... Recoge las velas, olvida su perfume y no esperes más.
Ese lechuzo no es para ti y no merece la pena enfadarse. Te has topado con un ave extraña, un amante de iconos fatales, del misterio, del cine negro, de las mujeres que seducen por su ingenio y no por su cuerpo...
Aprende que esto es la guerra, Mari, y en el campo de batalla no hay “parasiempres”, ni brisa, ni luz, ni cursi salvación y ellos nunca tienen remedio.

22.1.10

**Rezungando en la oscuridad**


Sí, sí, me encantan los vocablos que suenan a dialecto, a leonés, a Zamora y, aunque a la RAE le importe más “quedar bien” con gallegos, vascos y catalanes, yo, dueña de mi lengua, me niego a utilizar la “o”, el “rezongar”..., esta lechuza no es ni usmia en “úes” ni en lumbre y gusta de cucear entre sus propias alas.
Y será que ando agudica por lo que la grasa, chacho, ahora que me observo, lleva años en huelga contra mis caderas, algo que no me incomoda, salvo por esa tendencia masculina de disfrutar de los encantos de esa chicha tan aguda en arrimarse a posaderas femeninas.
Para terminar de mancar mi autoestima, resulta que en Oxford han descubierto que las caderas, traseros y muslos prominentes son más sanotes y ayudan a prevenir enfermedades circulatorias, evitando la obstrucción de las arterias, y regulan la insulina, por lo que se previene la diabetes. ¡Churros, curruscos y campeches, que, donde hay miga, hay alegría!
El problema, lo siento por las aves lambrucias y amigas de la pancetita, es que, si te pasas en la dosis de tocino subcutáneo en semejante zona, no hay dieta que lo incomode y lo haga emigrar de tus lozanas caderas, algo mucho más sencillo con la acumulación adiposa en la zona de la cintura o abdomen.
Mas siempre contaremos con el dulce alivio de hortalizas, ejercicios varios y frutas, un alimento tan ligado al amor de Don Melón y doña Endrina. Él, conquistador de palabras, ella, desconfiada, inteligente lechuza medieval: “Los hombres son engañosos y engañan a sus vecinas”. ¡Buena jera y cuidado con remejer en la oscuridad!

19.1.10

**Mientras nieva sobre los cerezos**


Puedo escribir los versos más tristes cuando llueve, cuando el cielo nos inunda gris; pero, con la nieve… no sé si será porque el blanco gana a la oscuridad, mas lo cierto es que algunas noches no acaban en amaneceres y el día calienta un poquito más, recordando esa primavera escondida.

Y mientras sigue nevando, lloviendo, helando, el Duero crece al ritmo de las prisas de los lechuzos zamoranos por encender la leña de tu “hogar”. ¡Tan majos ellos! Y nosotras, desconfiando, cuando los pobres solo buscan el bien de nuestras delgadas líneas y aprender un poco de sintaxis, gramática, ortografía corporal, tal vez.

El frío trae estas cosas: “Hay prisa, hay prisa”, y ahora todo son cines, películas acurrucados en la manta del amor, rodeando cinturas con parchís y cafés varios. Y ellos, lejos de relajarse, activan su musculatura y refuerzan sus ataques con aromas intensos, con selección de pañuelos y cuidadas costuras… ¡Viva las rebajas y los pisos en propiedad!

Locas de actividad, mensajitos y llamadas, ya no sabemos si el sábado es viernes, el viernes lunes… si dormimos o despertamos; si engañan, engañamos o el recuerdo nos hace recelar de más. Al final, ellos no son más que instinto, una llamada a desgarrar, a fomentar la desnudez, a mover el mundo... Y a nosotras, gatas con alas, nos va costando rechazar una buena pelea, que si el contrincante desconoce versos, su cuerpo, sensual, ya pagará su inexperiencia poética: ¡Sssshhhhhhh!

Ahora solo nos falta educarlos en el silencio, que morder, amarrar y dormir ya saben.

5.1.10

**Las tres reinas magas**


No se me asusten mis lechuzos odiadores del feminismo, no me ha dado un ataque virulento de lucha pro femenina, Las tres reinas magas es teatro en verso del de disfrutar, del de niños, del de Gloria Fuertes. Pero tenía buen ojo la tierna poetisa, pues los Reyes Magos faltan de cierta sensibilidad a la hora de repartir preciados bienes entre las lechuzas casadas, ennoviadas o con “amigo” (que dicen las madres) y las magas mostrarían, sin duda, más talento.
Si esperas que sus majestades recuerden lo mucho que te gustan los sombreros, los pobres chochean y te traen un libro sobre los edificios modernos más bellos, eso sí, muy adecuado para el despacho de tu marido arquitecto. Que un día pruebas en el súper una colonia baratita y dices que no está mal... regalo que cae en Reyes, por originalidad y espíritu derrochador que no sea. Que la cafetera juega al despiste con el café, no hay obsequio más práctico que una por estrenar. Que a tu novio le encanta la lencería de encajes, mira qué suerte, el regalo vale para el disfrute mutuo.
Somos conscientes de que los hombres son en esencia primarios y lo que deseemos hay que pedirlo directa y claramente, pero... ¡a los Reyes Magos también! A ver cómo agarro yo a Melchor por el pescuezo y le enseño esas gafas Calvin Klein que logran quitarme hasta el hambre.
No nos queda más que disculpar la torpeza de los magos de Oriente, al fin y al cabo, no hay tiempo para averiguar cuál es el regalo soñado por cada una de nosotras y pensar... es tan cansino.
Mas, descubro entre mis amigas nocturnas nuevos brillos y revoloteos cómplices, ¿será la magia de la Noche de Reyes o la degustación de dulces estepeños?

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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