1.12.11

**Polvos de miel para la boca del asno**




Tú eres hombre para mí, yo soy mujer para ti, pero que me dices de tu boca... ¿se merece tanta miel? Los príncipes no paran de sufrir metamorfosis, de cucaracha a asno. Busca, mi lechucilla, quién prefieres que sobreviva entre tus venenos, porque azules no nos quedan en la lista de Ovidio y algo te tocará perder de tus sueños, eso seguro: si quieres un amigo, acuérdate de que se olvidará de ti cuando pretenda algo más que charlas, fiestas o compañía.

Si la diosa Tique desaloja sobre tu cabeza la fortuna de la pasión y te vas quedando flaca de tanto amor, perderás las miradas del día a día y vivirás realidades prosaicas, aunque profundas, limitadas por el espacio de páginas que no pueden lucir en blanco.

Luego tienes el amor que llena versos, ese que descarrila locuras, que deja tantas cicatrices como espacios en blanco, que suena a desengaño, tarde o temprano. ¡Vete de mí, silbato, pitido que no se va, que rezumba en los oídos de las pobres ilusas! Pero qué noches... nieblas, fríos, heladas y orejas, calientes...

Los lechuzos, está demostrado, piensan más que nosotras en comer, en dormir, en volver a dormir y en conquistar otro cuerpo (¡ay, si fueran dos!), y en este porcentaje nos ganan, 19 veces al día, frente a 10 que dedicamos las lechucillas a imaginar noches de luna y sol alrededor de una estampa morena y fina de caballero.

Significativas las preferencias masculinas, ahora que hay datos, tendremos que guardar a los raritos (si los hay) en cajitas de algodón o soltarlos para que luzcan y reluzcan por las calles entre tantos pensamientos masculinos, ¿y si compartimos? Más de lo mismo, pero en dosis pequeñas, para mayor aguante lechucil. ¡Qué aburridos en su semejanza!

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
masdeseisosiete