
No se me asusten mis lechuzos odiadores del feminismo, no me ha dado un ataque virulento de lucha pro femenina, Las tres reinas magas es teatro en verso del de disfrutar, del de niños, del de Gloria Fuertes. Pero tenía buen ojo la tierna poetisa, pues los Reyes Magos faltan de cierta sensibilidad a la hora de repartir preciados bienes entre las lechuzas casadas, ennoviadas o con “amigo” (que dicen las madres) y las magas mostrarían, sin duda, más talento.
Si esperas que sus majestades recuerden lo mucho que te gustan los sombreros, los pobres chochean y te traen un libro sobre los edificios modernos más bellos, eso sí, muy adecuado para el despacho de tu marido arquitecto. Que un día pruebas en el súper una colonia baratita y dices que no está mal... regalo que cae en Reyes, por originalidad y espíritu derrochador que no sea. Que la cafetera juega al despiste con el café, no hay obsequio más práctico que una por estrenar. Que a tu novio le encanta la lencería de encajes, mira qué suerte, el regalo vale para el disfrute mutuo.
Somos conscientes de que los hombres son en esencia primarios y lo que deseemos hay que pedirlo directa y claramente, pero... ¡a los Reyes Magos también! A ver cómo agarro yo a Melchor por el pescuezo y le enseño esas gafas Calvin Klein que logran quitarme hasta el hambre.
No nos queda más que disculpar la torpeza de los magos de Oriente, al fin y al cabo, no hay tiempo para averiguar cuál es el regalo soñado por cada una de nosotras y pensar... es tan cansino.
Mas, descubro entre mis amigas nocturnas nuevos brillos y revoloteos cómplices, ¿será la magia de la Noche de Reyes o la degustación de dulces estepeños?