27.9.10

**Yo que un día te quise siempre**


Quién le dice al corazón que se calle, quién que olvide, quién que no merece la pena sufrir más… ¿Es él el que perdona o es el tiempo el que extraña lo antes sentido? Siempre me ha resultado sorprendente la capacidad de los lechuzos para recomponer su lecho, para dormir el pasado y encontrar un nuevo amor, o lo que sea. Y las bodas vienen sin más, diez años paseando de la mano a una rubia, a la que “quiso siempre”, para casarse, a los once, con la morena que consoló su ausencia. ¡Y no hay más! Roto y cosido.
Pero, mis queridas lechucillas, llega un momento en el parece increíble hasta el propio pasado. Y no es solo que los ex ahora estén con otras de menor o mayor valor, ni que apunten maneras de amante de las grasas polisaturadas, ni que hayan perdido la inteligencia esa que te enamoró… Es que verlos es un no lo creo. Pero todo pasa y todo queda, y ahora que renacen los amores entre mis lechuzas, compruebo cómo nuestra cabeza actúa de forma realmente cruel.
Al principio, el lechuzo en cuestión nos encandila, pero notamos esos defectillos que lo alejan de nuestro canon ideal: es mono, pero… Seguido a esto, un par de "megustas", notitas o mensajitos de amor y besitos en plan ñoño, hacen que pienses “no me lo puedo creer, soy única para él, con tanta lagarta alrededor”.
Entonces, como si de un encantamiento se tratara, nos hacemos chiquititas al mismo ritmo que su grandeza se acrecienta, tal que si fueran colosos del amor, en lugar de tristes maripositas de capullo.
¡Qué diferente es el mundo desde el otro lado del espejo!

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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