31.10.08

**Noche de viudas negras**


Ese bichito repugnante que aplastamos sin piedad bajo la suela de nuestros monísimos zapatos, empieza a mostrarse, ante mis ojos, como una hermana más. Así, llega un momento en la vida en el que la pregunta es clara: ¿Mantis religiosa o viuda negra?

Por desgracia, la mayoría de nosotras dejamos escapar a nuestros machos para que se arrimen, una y otra vez, a una nueva dama negra de la virtud. Mientras la mantis religiosa aturde y devora al maridito de turno, siempre ha habido calzonazos; nosotras, cual viudas negras, mordemos a las pequeñas arañitas macho e inyectamos un veneno que, las más de las veces, les permite escapar de nuestra voracidad y dejarnos insatisfechas y con el vientre vacío.

Pero, ay de la ocasión en la que el fecundador se afana en la tarea y nuestro líquido demoníaco paraliza su abrillantada musculatura; nosotras, intrepidas tejedoras, cercenamos toda su masculinidad para comernos lentamente todo su oculto potencial y absorvemos su escasa inteligencia, inutilizando hasta su capacidad para el lenguaje.

Así, mis queridas lechucitas, si alguna vez os cruzáis con uno de estos especímenes y ni alza la mirada ni demuestra que sabe saludar, enredado en el brazo de su nueva novia, esposa o amante, no os preocupéis y saludarla, a ella, con un signo de alabanza, por fin ha descubierto que ellos no son más que un buen alimento y que vale más su silencio que su retórica.

¿En una noche de apariciones y recuerdos sepultados, encontraremos un disfraz conforme a nuestras intenciones? ¿Morderemos labios con nuestras bocas rotas?

Vamos a matar fantasmas y a hacer cosas malas.

27.10.08

**Planto a la lechuza encanecida**


Llegará una edad de tinieblas, de arrugas en el alma y en la piel, de recuerdos de belleza e inocencia. Olvidaremos la sensualidad y el erotismo, mientras perdemos la batalla con un cuerpo que ya no habla de juventud.
Pasaremos por la calle y no nos mirarán, nuestras canas serán el símbolo de nuestra decadencia. Olvidarán nuestro nombre y nuestras caricias serán ásperas e inútiles. Blandos, fofos y caídos, nuestros pechos ya no elevarán nuestra belleza.
Los parques columpiarán a los hijos que nunca tuvimos y las lágrimas consolarán los instantes de amantes perdidos. Extraviadas las facultades, derrocharemos despistes y erraremos los caminos.
Pero los años de placeres que han dejado estériles nuestros cabellos, los bailes, besos e ilusiones; la holganza y la provocación en nuestros cuerpos, sostienen nuestro pasado y no abandonarán nuestro futuro.
Confieso que existe una lechuza de rostro impasible y su presencia es todo un ejemplo de cómo conservar belleza, dignidad y carnes prietas, a pesar de los años de abandono a la perversión y al desorden. Canas, calvas y fragancia de tabaco oculta su osamenta, mas, en sus entrañas, crece perenne la amistad que, guardada en ella, no es sensible al paso del tiempo.

Te esperaré en la residencia, con el gotero y la piel de sandía en mi regazo.

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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