7.4.11

**Amores de besos, lecho y pan**


Siempre me sorprende que en primavera nos volquemos en el amor. Llegan soles y lluvias que vienen y van, y renuevan nuestros “afectos”, eternos y fugaces, como las alas de lechuzas. Pero lo nuestro es tan raro... no hay nada más clarividente que pasearse por Santa Clara: allí se lucen niños, compromisos y anillos, porque parece que hay cosas que funcionan y la vida no ha cambiado tanto, al fin y al cabo, eso es todo, ¿no? ¿Hay algo mejor que llevar a tu novia a la merienda del Viernes Santo?

Por Los Herreros, calles y plazas adyacentes, además de sobrarnos olores y restos de orín, empiezan a fructificar las despedidas de solteros, ¡ellos con su cruz y con la nuestra! porque alguien les explicó que con la vicaría se acaba lo bueno… Debe de ser que, tras tanta bellaquería nocturna, llega la penitencia, porque anda que no conozco golfos de México, de Guinea y de Bengala que han jurado, firmado o sellado promesas con un vestido blanco. Yo rezo para que un día se baje el Cristo del altar y látigo en mano, avergüence a todos los que allí venden o compran algo. No niego que las iglesias embellecen y dan boato y la tradición manda... Aceñas, Castillo, por qué no (dando ideas).

Algo que espero no nos aguarde a las que no reservamos tiempos, noches y esperas. Mas, un buen día, aparece un lechuzo de los de “todavía no” y te dejan clavada. ¿Tan buenos serán sus besos? ¿Todavía es tal vez, todavía es jamás? Eso ya es otra cosa, es emoción, disputa, algún juego... Nos quedamos con la miel, azúcar y sirope, antes, después y siempre. ¡Ponemos el pan!

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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