
Desconozco si los lechuzos se merecen o no nuestro tiempo, pero la cosa está en no perderlo, en esta fechas selectas, con ínfulas, y menos las mesetarias, que, puestos a seleccionar, nos gana el exotismo corporal de otros lares: cacao, marisco, picante y dulce de batata, ummm.
Así, conteniendo el desaliento, pensando en pecar y en los pedacitos de otros cuerpos, intentamos vender saborcitos que dicen, comentan y venden como frutos de las hijas de Afrodita, no más que lechuzas que gustan de repartir, y hacerlo bien. Los estimuladores del apetito, naturales, siempre, han preocupado a los estudiosos y hombres de otras épocas, no entiendo por qué, kebab, té, cacao, cannabis y alcohol, no más que amor.
Con el chocolate, parece claro y oscuro, con leche y almendritas, que las mujeres desarrollamos placeres orgánicos inusuales; para los hombres, fresquita menta y ya es bastante. ¡Cacao mentolado!Con el alcohol no se aclaran, facilita y entorpece, genera comienzos y niega finales cumplidos, potencia para perder...
Las drogas, fumadas, impiden la virilidad e inhiben los sentimientos femeninos, manchas de manos y mentes, parece ser, aunque algunos deseen comprobar sus evidencias firmes.Como diosas griegas milenarias nacidas de partes nobles, no es que las lechuzas precisen ayuda, pero el juego es el juego y la pelotita no siempre arrastra, resbala o se mantiene dentro de la lujuria carnal...
Cítricos, conchitas, ginseng, frutos del bosque y libros de origen hindú, y kamasutreadas nos tienen buscando el vigor amoroso a través de leche y miel. Fragancias, perfumes y tiburón, tu aleta, jalea real y cebolla... A probar tocan, y que toquen, que toquen.