¿Y tú me lo preguntas, amor? duro eres tú y nosotras
bastante tenemos con tus uñas rasgando corazones una y otra vez. Entiendo que
el porno a lo tremendo no se ha pensado en femenino, pero hay quien nos ha
confiado un cine de alma soul, cuidado en imágenes y letras, con los orgullos
altos y los sentidos arropados. ¡Un regalito desde Suecia con la erótica de
Erika Lust!
Otros no reniegan de esas películas de acróbatas e,
impasibles al daño, suben niveles en sus apetencias: azote, fusta, correa… Yo,
para tu desgracia, he descubierto el peor castigo: quiero que te duela que me
quieras, que todo lo que en ti hay de razón se dé la vuelta a favor de una monogamia
enfermiza y solo tuya. Es mi vicio tu castigo. ¿Hay algo más inmoral que
enamorarse? ¿Más amenazante o perdidamente estrangulador?
Algunas, cansadas de esos lechucillos exencantadores y
exqueridos, lo han aprendido y nada más indeseable desean que llenarlos de
todo el amor que les quepa. ¡Esto es la guerra, lechucillas!
Y en ese viaje común estamos: enamorarse duele. Ares contra
Marte, Afrodita contra Venus, unidos y en lucha encarnizada, batallas entre
amores y guerras, entre pareja, compromiso e igualdad. Guerra con guerra no
casa, amor con amor tira a rancio y esa es la regla que contiene y tapa la
realidad: el amor agarra por el dolor porque la pareja nunca coincide y es
variable: del deseo al hacer y, del hacer, a solo ruido y, finalmente, al silencio.
Tú vas, yo ya vengo.
Nos han educado en la espera de un solo ser que nos aporte todo
y nos barnizan de ideas románticas, de discreción, de querer a través de las
cegueras, femeninas normalmente, y en casa nos omiten el miedo y la pena y la
invasión y el disfrute de dar guerra. Mas creces y dejas de creer en pájaros
cantores o en vidas que florezcan el día que me quieras, porque el amor está
atado al dolor, en lo bueno y en lo malo, dolor de mi cuerpo al quererte, dolor
de intentar olvidarte.
A mí no me importa parecer recta, respetuosa y sensata, ni
nuestro fin ni sus términos, por eso mis operaciones serán ofensivas, saldremos
del camino, seremos enfermos de calenturas, unos locos empeñados en darse
guerra: si no podemos escapar a los afectos, buscaremos barros entre cuerpos de
azúcar y sal.
Tú mira si mis pies aún se encogen con tus pasiones y yo te uniré
con Loctite a las patas de mi cama. Pegar y despegar y volver a pegar entre mis
dedos o cogido en mi sofá. Ya que amar duele, al menos que nuestro porno sea de
gusto.