Imagino que si fueras un héroe, tus súper poderes serían parte de mi recuerdo, pero la mortalidad de tus músculos huelen a desconocimiento, ummm, aunque saben bien.
Beto, por Roberto o por Alberto; Daniel, por los leones o Moises, por hacer aguas; Jesús o Carlos, tan simples, tan comunes… tan del olvido.
Confiadas, las lechuzas nos dejamos tentar: solo uno más, uno más y… ¡zas! El mosquito pasa a moscardón y el bichito chiquitín incorpora tela de araña y no hay más: otra vez pegada en caricias de tamaño aguijón.
Impasibles, insaciables o apáticas, no hay esfuerzo que nos despegue de la mesa del dolor, ni del sofá, ni de la encimera o el baño. ¿Recordáis esas primeras citas de cine y palomitas? Algunos gustaban de completarlas con “intentos”, siempre fugaces, en Valorio, otros te acompañaban a casa con la timidez y el sudor frío de las manos adolescentes, hoy en día, tú pones el coche, la gasolina y pagas la factura del piso de la oscuridad y, a pesar de ello, los lechuzos del desamor nos atacan con monedas. ¿Alguna busca dinero de una relación?
No aprenden, amigas: a nosotras solo nos pierde la seguridad, seguimos esperando que nos salven de una especie de monstruo del saco infantil, un refugio, la firmeza, la solidez de embarcaciones que crucen el Duero, mas, ¿dónde están los príncipes de colores?
Me gustan las princesas, solo nos falta romper el espejo e ir hacia la luz, que esa sí que quema.
Beto, por Roberto o por Alberto; Daniel, por los leones o Moises, por hacer aguas; Jesús o Carlos, tan simples, tan comunes… tan del olvido.
Confiadas, las lechuzas nos dejamos tentar: solo uno más, uno más y… ¡zas! El mosquito pasa a moscardón y el bichito chiquitín incorpora tela de araña y no hay más: otra vez pegada en caricias de tamaño aguijón.
Impasibles, insaciables o apáticas, no hay esfuerzo que nos despegue de la mesa del dolor, ni del sofá, ni de la encimera o el baño. ¿Recordáis esas primeras citas de cine y palomitas? Algunos gustaban de completarlas con “intentos”, siempre fugaces, en Valorio, otros te acompañaban a casa con la timidez y el sudor frío de las manos adolescentes, hoy en día, tú pones el coche, la gasolina y pagas la factura del piso de la oscuridad y, a pesar de ello, los lechuzos del desamor nos atacan con monedas. ¿Alguna busca dinero de una relación?
No aprenden, amigas: a nosotras solo nos pierde la seguridad, seguimos esperando que nos salven de una especie de monstruo del saco infantil, un refugio, la firmeza, la solidez de embarcaciones que crucen el Duero, mas, ¿dónde están los príncipes de colores?
Me gustan las princesas, solo nos falta romper el espejo e ir hacia la luz, que esa sí que quema.