Puesto que Gallardón no parece entender más que de mujeres y depilación cejil, nosotras, a su manera, hoy vamos a sumergirnos en las profundidades de lo que significa ser hombre, varón, macho de pelo en pecho, gentilhombre de fina estampa, vamos, lechuzo en general y en particular (cada una que recree el cuerpo e imagen del suyo propio, que bastante tengo yo con recordar las caras de los míos).
¿Estar en el lado opuesto implica ser padre?, seguramente no más acá de los treinta y tantos, edad crítica para las ganas reproductivas de “mis hombres”, dispuestos a repartir semillitas a diestro y siniestro, qué hay prisa, hay prisa, en plan fabada asturiana. Descartamos padre, entonces. ¿La libertad es condición masculina? Tal que lo pudiera parecer, sí, por la ausencia de esa extraña apetencia femenina de cuidar a los suyos y sentirlos protegidos de pecho en pecho, pero su pensamiento es dirigido y todo depende de lo que pende, con lo que un día surge de entre las aguas una más lista (cosa poco común), y le corta con su concha de nácar… las alas, a lo bonzo y sin previo aviso. ¡Pobrecito lechucillo!
¿Sensibles? Sí, al sol y a la cera caliente. ¿Amantes de las rosas? Para pedir perdón, por siempre jamás. Lo que no me pregunto, pues es palabra de Manolo Escobar, ley de puro español, son las tres reglas que califican a la raza española: sencillos, realistas y piden poco: “que me hagas la vida agradable”, nada hablamos de dar, dan por descontado y en efectivo, nunca afectivo. “Tú pídete lo que quieras”.
No voy a ser cruel, que eso es más propio de urracas, e intentaré imaginar que el señor ministro de lo justo envidia eso que no tiene: la opción de la maternidad, y es una lástima que tan mal explique que ser madres no nos hace ni más ni menos mujeres y se olvide de que la ausencia de dones sí es denominador común de los hombres. ¡Ole, qué a gusto!
No voy a ser cruel, que eso es más propio de urracas, e intentaré imaginar que el señor ministro de lo justo envidia eso que no tiene: la opción de la maternidad, y es una lástima que tan mal explique que ser madres no nos hace ni más ni menos mujeres y se olvide de que la ausencia de dones sí es denominador común de los hombres. ¡Ole, qué a gusto!