17.6.11

**El Día del Español**


Auuuullando como una loba a la luna llena, puesto que las lechuzas no llegan a la categoría de zorras, que ese es un nivel superior de astucia que no podemos alcanzar, y todo por el “Día del Español”, del idioma español, que los hombres hispanos no están ni para celebrarse ni en peligro de extinción, aún, pues mi abuela recuerda cómo la suya pronosticaba que, en breve, los hombres tendrían que subirse a los árboles para huir de las mujeres. ¡Qué suban, qué suban!
Estoy feliz porque es el día de las que gustamos de reposar con las palabras escritas, tal que fuera una ave huera, calentando el nido a la espera de que escalen, sacando las uñas y los dientes, entre pico y alas. ¿Puede existir mayor placer que tirar a los deteriorados de vuelta a la tierra? Lo malo es que seleccionar es complicado y no encontramos ni péndulos mágicos ni una amiga que nos ayude en la tarea, que hasta a las buenas energías les vale todo en caso de apuro y la crisis está mu mala.
Ahora que han descubierto que el Diamante Mandarín, ese lindo pajarillo, transmite de padres a hijos el gen de la promiscuidad, lo tenemos más fácil, todo lo que parezca pájaro y de uno venga, pajarraco es. Si ya era difícil toparse con uno sincero, qué haremos tras saber que se lo pasan de unos a otros como un don masculino. Así, de un padre golfo, reciben, nada más y nada menos, que el doble de probabilidades de ser traicioneros con sus señoras. ¡Otra excusa para heredar!
Y, como ayuda en la decisión, un estudio que ha creado la fórmula mágica del matrimonio, esa mezcla de ingredientes que hacen que duren las parejas perfectas. Tres son las claves: que la mujer tenga 5 años menos que su amante esposo, que pertenezcan a una misma clase social y, fundamentalmente, algo que no hace falta demostrar por consabido, que la lechucilla esposada sea más inteligente que su pareja. Y yo que le veo lagunillas… porque es cierto, como dice mi madre, que, al final, todos gordos y calvos, pero al final.

15.6.11

**Y la margarita dijo sí**



Me quiere, no me quiere, me quiere… ahora que nos quitamos el sayo y nos entran ganas de querer, pedimos a las flores una respuesta imposible, cuando lo verdaderamente importante es saber si alguien te puede o no hacer feliz. Ingredientes para semejante milagro: química mutua, buenas piernas (para compensar las flacas), más verdades que mentiras, generosidad, madurez y una estoica capacidad de cargar con zapatos pesados. Y si una lechuza se topa con semejante conjunción de planetas y, además, el contrario es detallista… Apaga y quedémonos.

Lo del calorcito carnal lo incluiremos dentro de la química, por eso de conjugar lo sintético, con cuerpos y partículas extrañas, sin olvidarnos de que algunos elementos lo consideran un primer derecho masculino. ¿Para cuándo un deber?

Perversos, como siempre, creeréis que esta pobre lechuza está dispuesta a picar con saña sobre los pechos no mamarios lechuciles, evidenciando el nulo desgaste del corazón de los hombres por su falta de uso amoroso. ¡Fallasteis! lechuzas agusanadas hailas, y duelen más.

Desde Occidente, es fácil tener compasión por la mujer sometida al Islam, por su cuerpo pecador, su deseo o simplemente su mente, pero no siempre son ellas las víctimas de sus machotes, también gustan de ser ahogadas por su propia mano. Salwa al Mutairi era reconocida en Kuwait por ser una de las pocas mujeres “casi” parlamentarias, todo un logro, y, por ello, creíamos en sus ideas. Y nada más lejos de la realidad. ¡Malvadas mujeres solteras, tentadoras de casados!, pobrecicos ellos. Solución: impulsar la legalización de las esclavas sexuales, extranjeras y hechas prisioneras en misiones de guerra, mejor que mejor, que somos más guarrillas y comemos más.

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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