14.5.09

**Perdidos con las pildoritas**


Si con catorce años no puedo ni votar ni tomarme una cervecita... que me expliquen por qué las adolescentes podrán meterse un chute de hormonas cual ositos de gominola.
Creo entender que Dios, la evolución o el ozono nos han rematado tan bien que nuestros instintos, las más de las veces, dejan que don Carnal gane la partida incluso a los más centrados, y quién no ha pensado: “malo será, por una vez...”, así, comprendo que la píldora del día después puede ser un buen remedio de urgencia, del que no se debe abusar y que no nos evitará otros desagradables efectos de eso que no es solo amor. Yo lo entiendo, yo me aprecio a mí y a ese cuerpo alado que agradezco a mi madre día tras día; pero los pequeños monstruitos adolescentes... ¿él con preservativo o ella con pastillita?, um.
Claro que ahí llegan los redentores de la Humanidad: asociaciones pro vida, médicos, farmacéuticos y diversos ministros del Señor, que se muestran perturbados por el uso de semejante invento diabólico, un medicamento que no es abortivo y que, evidentemente, solo será usado por no creyentes, vamos, ovejitas de otro redil.
Tenemos dos soluciones: la cautivadora e irreal abstinencia y la educación. Y no me seáis listos, que la manita no vale como animal de compañía, pecado pecado. No creo en esa tristona castidad que me convierte en hija de otro Dios, ni en los padres que dejan sueltos a sus cachorros con veinte euros en el bolsillo.
Creo en el sexo consecuente y responsable, creo en apagar esa tele que adora una sexualidad banal y simple, creo en padres sensatos y en mujeres que se amen.
Por lo demás, en el holgar y el folgar, todo es empezar.

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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