19.3.09

**¿Dónde hay pelo hay alegría?**


Ah, no, me niego, no, no, no. No pensamos admitir que vuelva la moda de los hombres velludos.
Mira, que se queden calvos no se puede remediar, es una tara inevitable que, por desgracia, no permite devolución... Pero lo de hacer de su cuerpo una imitación salvaje de la mantita del amor: no, no, no.
En este siglo de las comodidades, de la calefacción y del agua caliente, menos pelambrera corporal equivale a más intimidad e higiene. ¡Fuera la transpiración, ole los brillantes musculitos!Qué viva la cera, ras, y la depilación láser. Total, es una tortura que nosotras llevamos marcada a fuego, ras.
Y, si nosotras podemos... no me van a decir que nuestros hombretones no soportan unos tironcitos de na, ras, ras. Ya sé que ellos, pobres, intentan convencernos de eso de que a más mata, más alegría; pero va a ser que la estética bestia ya no cuela.
Nada por aquí, nada por allá, ni arriba, ni abajo, ni delante ni detrás... Bastante nos esconden sus cabecitas traidoras, como para permitirles que nos oculten esas barriguillas de escándalo. Y que no nos vengan con las afeitadoras genitales, que ya bastante pinchan sus palabras; unos tironcitos... y todos contentos.
Y nosotras, inocentes mártires, que no soportamos su sufrimiento, solo pensamos en lo agustito y fresquitos que van a estar liberados y pelados. Puestas a fantasear, invitadas por este nuevo calorcito de primavera en flor: rasgos latinos, labios carnosos, mirada penetrante, hombros y escotes masculinos y ¿peludos?, agg. Y es que el láser es al hombre como un buen primer beso: un tentador anzuelo para el amor.

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
masdeseisosiete