Aquí te pillo y te remato y te reviento, es lo que tiene el calor, que una se levanta con semejante espíritu y con ganas de asir un remo tan corriendico... pero un remo de agarrarte los músculos y abrirlos de palmo a palmo, un remo con el que navegarte y cumplirnos en amores, da igual que sea con hielos o que el chocolate nos levante pegados entre lo oscuro. Mojados, pringosos y tan cristianos que nos atan las cadenas y nos ponemos a besarnos las cruces y cada una de nuestras gracias.
Sé que así una pierde la consideración de princesa, por lo bruta y por, tan solo, pedir a un perro que me ladre, mas el verano es así... una pierde vergüenzas, ropas y rencores hacia lo masculino y adelanta el camino no pidiendo nombres y menos recordando a los amantes discretos, pues más de una lechuza considera el verano el tiempo perfecto para apurar lenguas, bocas y palabras que levantan sonrisas entre humedades de bodega y esquinas oscuras de luna. Después... solo toca explicarle al sol y brindar con zumos de uva, cervezas frías y esa parte que los lechuzos tan bien ponen, terminada la espalda, como un paso de cebra abultado que invita a pasar y tocar.
Unas prefieren espalda, otras prefieren pechos desnudos, pies con vaqueros y arena, culitos prietos, manos, una voz, varios sudores o un perfume. Yo tengo mi debilidad entre varios huecos, unos me dirigen desde los hombros al cuello, otros son como marcas de mis dedos haciendo surcos en sus caderas. ¿Cuál es tu parte?
Serán los años, los juegos, los conocimientos o que cada vez una es más bruta, pero siento que la selección va por partes, cachitos de cuerpo, cachitos de días, cachitos de conversaciones... mas todos cachitos míos y de alguien.
Sé que así una pierde la consideración de princesa, por lo bruta y por, tan solo, pedir a un perro que me ladre, mas el verano es así... una pierde vergüenzas, ropas y rencores hacia lo masculino y adelanta el camino no pidiendo nombres y menos recordando a los amantes discretos, pues más de una lechuza considera el verano el tiempo perfecto para apurar lenguas, bocas y palabras que levantan sonrisas entre humedades de bodega y esquinas oscuras de luna. Después... solo toca explicarle al sol y brindar con zumos de uva, cervezas frías y esa parte que los lechuzos tan bien ponen, terminada la espalda, como un paso de cebra abultado que invita a pasar y tocar.
Unas prefieren espalda, otras prefieren pechos desnudos, pies con vaqueros y arena, culitos prietos, manos, una voz, varios sudores o un perfume. Yo tengo mi debilidad entre varios huecos, unos me dirigen desde los hombros al cuello, otros son como marcas de mis dedos haciendo surcos en sus caderas. ¿Cuál es tu parte?
Serán los años, los juegos, los conocimientos o que cada vez una es más bruta, pero siento que la selección va por partes, cachitos de cuerpo, cachitos de días, cachitos de conversaciones... mas todos cachitos míos y de alguien.