
Lejos de la habitual ironía y buen humor de esta sección, lo melancolía aparece con el adiós del gran simio que pervive en el Congo, otra belleza guiada al olvido en tan solo quince años. Y mientras unos nos abandonan, los grandes lechuzos, monos y puercos zamoranos se siguen agarrando a sus posesiones de tal forma que ni cuando meten la pata son capaces de mostrar su hombría y reconocer el fracaso.
Por qué salir lastimado si siempre habrá otro al que explotar, de quien abusar por dinero, a quien picotear, agredir o burlar. Nunca pretendí meterme con la venta carnal de los cuerpos: es complicado juzgar a dos que llegan a un acuerdo libremente; solo la esclavitud merece mi recriminación, la sumisión exigida, las mentiras del poder…
Qué eres un negado en eso de dar amor: el billete te salva de la soledad lúbrica; qué colocas y despides a quien no debes porque eres el amo del universo: ya aplastarás a los lechones que pequen de inocencia y demasiada juventud.
Y es lo que tiene ser pipiolo, nunca aciertas con lo correcto: si sales porque sales, si no sales porque juegas al póquer y si juegas al póquer, ten cuidado si ganas. Miren ustedes los botellones: “qué horror”, “a lo que vamos a llegar con estos jóvenes”. Pero ten más de treinta, salta a una Virgen y camina hacia El Rocío: ooooh, se emborrachan y drogan por devoción. ¡Anda ya!