25.11.11

**Motivos para ser feliz**


Venga, amor, dinero y salud, siempre se ha dicho, pero, tal y como van las cosas, quedémonos con la vida y con sentir, de cuando en vez, escalofríos, el desarrollo corporal ajeno, lograr ser inconformista, innovar, controlar, aprender, esforzarse… y sonreír, aunque a veces quieras matar o llorar. Algo se escurrirá para dentro.

Es lo que tienen los gestos, una simple mueca, una palabra, incluso aislada, pueden dejarnos un momento feliz y eso, o no lo pillan los lechuzos o solo lo entienden quienes no deberían usar sus encantos con ciertas lechucillas clásicas ¿o sí? Siempre he creído una desgracia femenina ese placer que sentimos por los detalles, el cuidado con el que mimamos al otro y esperamos en el opuesto. ¡Cuánta espera, cuánto dar y qué poco a cambio! Un mensaje, unas palabras de ánimo, un simple “hola, cómo estás” pueden alegrar una mañana y si hasta para eso no les llega… A ser felices con la sonrisa propia, tan linda.

Nuestra historia es esa, la de sentir sin dejar que se nos peguen entre los dedos los quereres, luego las pelusillas no se despegan, por mucho que una quiera deshacerse de las noches inútiles, que las eternas nadie las espera, agotadoras son las definitivas. Seguro que es mejor el futuro que el pasado y qué mayor felicidad que la de ser capaz de olvidar los antes, los problemas que se llaman “él”, qué angustia la de tener que perdonar todas las mañanas: olvidar y olvidar, sin excusas. Vamos a no ocultar las provocaciones, a buscar mejores paraísos y a quienes usan palabras, quizá duras, pero son seguros hasta en los fallos y capaces de decir “lo siento”.

Venga, amor, dinero y salud, siempre se ha dicho, pero, tal y como van las cosas, quedémonos con la vida y con sentir, de cuando en vez, escalofríos, el desarrollo corporal ajeno, lograr ser inconformista, innovar, controlar, aprender, esforzarse… y sonreír, aunque a veces quieras matar o llorar. Algo se escurrirá para dentro.

Es lo que tienen los gestos, una simple mueca, una palabra, incluso aislada, pueden dejarnos un momento feliz y eso, o no lo pillan los lechuzos o solo lo entienden quienes no deberían usar sus encantos con ciertas lechucillas clásicas ¿o sí? Siempre he creído una desgracia femenina ese placer que sentimos por los detalles, el cuidado con el que mimamos al otro y esperamos en el opuesto. ¡Cuánta espera, cuánto dar y qué poco a cambio! Un mensaje, unas palabras de ánimo, un simple “hola, cómo estás” pueden alegrar una mañana y si hasta para eso no les llega… A ser felices con la sonrisa propia, tan linda.

Nuestra historias es esa, la de sentir sin dejar que se nos peguen entre los dedos los quereres, luego las pelusillas no se despegan, por mucho que una quiera deshacerse de las noches inútiles, que las eternas nadie las espera, agotadoras son las definitivas. Seguro que es mejor el futuro que el pasado y qué mayor felicidad que la de ser capaz de olvidar los antes, los problemas que se llaman “él”, qué angustia la de tener que perdonar todas las mañanas: olvidar y olvidar, sin excusas. Vamos a no ocultar las provocaciones, a buscar mejores paraísos y a quienes usan palabras, quizá duras, pero son seguros hasta en los fallos y capaces de decir “lo siento”.

20.11.11

**Palabras más, palabras menos**


No digas nada, no pienses, habla poco… sé mi sonámbulo y déjalo todo, hasta tu voz. “Eres linda, la madre de mis hijos, perfecta para mí”. Cariño, cállate, no ves que no hace falta, que la fe la dejé para el del Cielo y soy espíritu de azotitos, de tierra profunda, abrasadora y en cueros ¡olé!

Un hombre y una mujer, lechuzo y lechucilla, rendidos, lindos, dulces, no más. Puedes dar las gracias, eso sí, por formar parte de esta cena a tres: la noche, el poder y mi extravío. En este reinado, se recibe y se da para olvidar: ya veremos mañana. Todo sencillo, piú bello, romántico, si la adornamos con frutas salvajes, bulbos blancos, tono rojizo, jugosas capas y sabor dulce y picante. Todo es empezar, pim pam, placa, ñaca y vamos viendo.

Y llega el error. Es cierto que las lechuzas valoramos los vínculos sentimentales, cómo no: recuerdo cuál era el sonido de tu nombre (¿tenía una erre?) y, por supuesto, debemos esperar, somos señoritas que recompensan la paciencia, maduramente. Aguantamos, conocemos y usamos, al fin, por eso de amar desesperadamente el amor. Entonces, y solo entonces, puede que, tal vez, algo funcione y, tras la primera cita, volvamos a empezar, primero delante y luego detrás, un pasito, dos y tres.

Pero no mates el misterio, corazón, no busques mi escalofrío con letras aprendidas para otras ¿A qué mentirnos? Has cumplido y no has usado ni penas ni varas… de medir. No me compliques con las promesas que no te pedí y corre contra el frío.

Yo soy placer, cordillera por nacer, poesía, condimento eterno y sabrosura. ¡Azúcar morena con caña! Mujer de fuego, volcanes y escultores. ¡Ay, un Miguel Ángel de nácar!

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
masdeseisosiete