
Enterramos un año, uno más o uno menos, y seguimos confiando en que el 2012 no será como promete, que nosotras algo podemos hablar de los cambios y reveses, venturas y aventuras que no son lo que parecen y sorprenden...
Como lechuza que se precia de voz y gusto fino, saco partido de pico y orejas y se las presto, de vez en cuando, a ese amigo criticón que dice seguirme entre amores y cotilleos. Él cree, y me lo cuenta, él ama y construye futuro, y me lo cuenta: “Mari, es que ella está buena”. Por no ser malvada del todo, confesaré que sus palabras defienden las bondades de la fuerza del conjunto, que "a dos" es más fácil soportar la dureza de la vida. Yo le creo, cómo no, pero quién ha dicho que el latido fuerte sea el del dos. Me gustan el tres, el cuatro, el cinco, el siete lechucil... Una está perdida entre las flores que algunas llaman culitos prietos.
Lo rebelde es lo que tiene, espíritu libre ¿indomable?, no, no. El goce también terminará..., pero, es tan dura la caída, que prefiero el vuelo obsceno de inmorales, de colchas arrugadas y madurar bailando. ¡Me gusta mi club abierto y cerrado!
Mas, llegado este fin y el comienzo, el pasado trae besos, de esos que mi club no me da, aunque acompañen mi sonrisa, esa cara percha, esa mirada iluminada de nosotras, las perdidas... Y recuerdo, a él, a ellos y nombro, solo en mi mente, los que fueron dulces acertijos, los laberintos del Minotauro de los que salí con enemigos, pero disfruté de Teseo, de mares rojos, negros y de China.
De aquí a la eternidad, quién dirá... De aquí al 2012... yo ya estoy en cuenta atrás: tic, tac, tic, tac, dispuesta a moler y a dejarme olvidar, que luego, siempre, las lechuzas somos dadas a vender billetes de vuelta y repeticiones, siempre, de nombres, de errores, algunas culpas y silencios y tantas alegrías. ¡Esos culitos prietos que nos llaman!
No sé si somos causa de perdiciones o si nos perdimos. Las lechuzas no pedimos, ni perdones damos, de qué, por qué. No al pertenezco, no a las muñequitas de porcelana, hola al 2012 de amores exclusivos y compartidos, con vosotras, si hay que rotar lo bueno, se rota: Zeus, Teseo y mis ojos. Por vosotras, soy una feliz causa perdida.