20.4.12

**Cartas a una lechuza**



El cartero siempre llama... una, dos, tres veces, y eso que nosotras no somos de repetir (¿o tal vez sí?, por mejorar, más que nada). Mil veces me dejaría llevar por esas pasiones de susurros, por Lana Turner, John Garfield, por el erotismo, el romanticismo, por la sabiduría de Neruda… tantas cosas perdidas y dichas con un solo nombre: “cartero”.
Y resulta curioso, no me lo podéis negar, que la evolución del amor vaya pareja al futuro de esta profesión que a mí me llama más en blanco y negro que en azul y amarillo canario, colores correos oficiales, pío pío. Hace unos días, alguien a quien quiero me recordaba la magia perdida del repartidor de cartas, postales y paquetes varios, con esas cuerdas irrompibles y sus letras a mano... Esos hombres que se negaban a manchar su oficio dejando sin correspondencia al correspondido de turno: "dime tan solo un nombre, yo lo entrego", porque se conocían vecinos, primos y noviazgos en ciernes. Así, todo lo intuían antes que nadie, ¡golfillos!
Ahora manda el ya, rápido, con WhatsApp, mensajes electrónicos, códigos postales… tan poco especial: aquí te pillo, aquí te mato. Según se pulsa el ratón, tecla o botón, casi uno se olvida de esperar y, mientras nadie te pide una respuesta, el buzón de casa vive de la propaganda y tú por nada desesperas.
La fiebre por besos, por palabras de pluma, por caderas de ficción y músculos solo para ti no resiste al día a día: nos gana el tiempo, porque no hay nadie que aguante, mantenga o persevere en curar penas con una atracción soñada e imaginada cada vez más, con golpes en el pecho con el paso de los días, ahí, doliendo de verás, en sentir y añorar ganas de todo.
No os ahorréis el acuse de recibo, hasta un adiós es mejor con una carta. Delante de un papel, uno se entrega o miente mejor, y queda mucho más bello ese "nunca se sabe", "no ha sido culpa tuya". Lechucilla, es así de fácil: tú le engañas, él te engaña y tan contentos con esa carta más bonita del mundo. 
Siempre las mejores líneas al amor, las más inspiradas, son las que se escriben en los últimos momentos, volcadas en ruinas, cuando no hay amantes, ni ángeles y solo se aparecen esos diablos que enloquecen a quien juró amarte un día.
No hay vinagre, lechucilla, para curar tus heridas, solo nuevos amores por venir, una mora, sabrosa y verde, con o sin firmas de "por siempre, tu amor". Motivos hay para una alegría, ¿de primavera?

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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