
Muchos confunden las tonterías que se hacen por amor con falta de criterio o inteligencia, otros opinan que la pasión lo permite todo y que no debemos juzgar, pero lo cierto es que quien no haya cometido estupideces, quien no haya bajado el listón de su orgullo por desear a otra persona... realmente ¿puede decir que ha vivido? Al fin y al cabo, “estas botas se han hecho para caminar”.
Y, aunque tu edad llame a cordura y serenidad y lleves meses buscando argumentos y cosas astutas que decir, con la llegada de la noche, más azul que nunca, solo eres capaz de murmurar alguna tontería, como “tequieros” o pequeños insultos, del tipo “eres un gilipollas”. ¿Y qué más dará lo que diga tu boca si tus arrugas se han paralizado en tu cara, sin expresión, solo con esa mueca de Comodín, esa cara percha que grita “cómeme”?
Mas, ¡ay de la que no consiga que su alicia beba a dos de la ambrosía nocturna y envenenada! Los lechuzos y sus respuestas son sencillas y normalmente es que “sí”, pero, como sea que “no”... guarda tus esfuerzos para otro galán, porque, si lo máximo que están dispuestos a compartir, en la mayoría de los contratos amatorios fuera de la ley, es un encuentro carnal y ya ni eso te dan... Recoge las velas, olvida su perfume y no esperes más.
Ese lechuzo no es para ti y no merece la pena enfadarse. Te has topado con un ave extraña, un amante de iconos fatales, del misterio, del cine negro, de las mujeres que seducen por su ingenio y no por su cuerpo...
Aprende que esto es la guerra, Mari, y en el campo de batalla no hay “parasiempres”, ni brisa, ni luz, ni cursi salvación y ellos nunca tienen remedio.