
Luces, villancicos, nieve, tilín tilín, llega la Navidad... y las cenas de empresa. Peligro peligro. Y todo por el frío..., pobres maridos, novios y amigos, hay que entrar en calor e incita el remedio perfecto: la excitante alegría de un vino tinto. El resultado... ya sabemos: rutina de caza mayor y paciencia, mucha paciencia. ¡Cuántos amigos!
Siguiendo con las burdas rutinas de seducción, hace unas semanas me topé con el libro Sexcode, basado en las enseñanzas de un grupo de listillos que intentan abducir a los pobres lechuzos descarriados que han perdido la confianza en sus propias, escasas o nulas habilidades amatorias.
Según estos científicos del amor, con una serie de ejercicios y cuidando el aspecto exterior, cualquier TB (tía buena) puede caer rendida ante un fracasado que se haga pasar por un macho alfa, es decir, el líder del grupo. Y como nosotras somos tontas...
Su primer consejo parte de entender que las mujeres funcionamos como semáforos y, en cambio, los machitos son un interruptor. Así, tendrán que visualizar si estamos en “para”, “ya veremos si pasas” o “abierta a cualquier propuesta”. Mientras, ellos se encienden con un simple juego de dedos: clic, clac (no se valoran mucho, no).
Nuestro ingenuo juego de lucecitas lleva más trabajo, pero la forma de ponernos verdes es sencilla: primero, no mostrar interés si la TB no lo sugiere antes. Otro punto importante será dejar ver que el resto de la manada se siente muy atraído por él. Quedando, tan solo, desafiar la inteligencia femenina con el reto del “ahora frío, ahora calor”.
Sigo prefiriendo la gente de verdad y tropezarme con la sinceridad de un buen vino.