Y, si no lo hacía, lo aparentaba. Esa es parte de la
tragedia femenina: siempre ceder, comprender y fingir, si es necesario, por
conservar… a otro. Me duele reconocerlo, pero esta crema “antiabandonos” la
hemos probado todas alguna vez, sumando las lechuzas, que amontonamos carácter
pa na: mucho pico, muchas palabras… y somos unas consentidoras de las
necesidades del “él” por encima de las del “yo”. ¡Cómo envidio la furia de la
mamma italiana! ¡Eh, mambo, mambo italiano!
Los versos que surgen del encuentro o del roce nos traen
estos problemas. Calor, calor, calor, “el quebienseestá”, “noches y días con
vos”, hacen pensar en un mañana en compañía y una se anima, pa na… El futuro nos
engaña y nos obliga a engañar, por eso, el 60% de las mujeres finge. Sí,
mentimos, ¿puedes creerlo?, sobre lo acertado de sus regalos, sobre el encanto
de su madre, hermana o amigas, sonreímos a sus compañeros de juegos y le damos
una palmadita en el trasero si se olvida de una fecha; al menos de novios, que
los dolores de cabeza, dicen, se encargan de todo cuando se es casado.
Estrategias del amor, retorcidas, femeninas, calculadas para retener… ¡Pobres
malvadas, sujetar pa na!
Pero el 60 va con la peor de las mentiras, la que no reclama
más pasión, por lo que perdemos… ganas. No, lechuzos, no, no, ni sois maestros
de eso ni flexibles ni siempre tan varoniles como para quebrar uñas, temblar con
besos o curvar en olas espaldas. Las respuestas de las mujeres al porqué del
fingimiento se mueven entre el buenismo y la idiotez: buscar (su felicidad),
elevar (su ego), activar (sus ganas), provocar, mantener (su interés)… son las
razones más modestas, cuando, al final, solo hay una: el miedo, el miedo de perder
algo que no es tuyo ante otra golfa que lo sea y lo parezca.
Furia sincera, gemir por verte, ternura, ansia, llenarse de
delicias, gritos plisados, desbocarse… ¿No os gustaría no callar el “ya estoy aquí para ti y para mí”, para
probar, repetir, equivocarse y volver a repetir? Qué linda la metedura de pata,
qué lindo el regalo del intento.