14.4.11

**Casillas, ese hombre perfecto**


Yo lo intento, pero no soy “lechuza de un solo amor”, aunque mi corazón sí es para mi hombre: ese Casillas de mis alas, ese pájaro que vuela, que abre puertas, te lleva la compra, te presenta a sus abuelos abulenses y te esparce la cremita al sol, ¡ay!, “ese es para mí” y para otras muchas, como todos.

Estos sudores por mi Íker no son un sarpullido primaveral, sino, más bien, la consecuencia de las carcajadas que me ha provocado el estudio sociológico pagado por los de Amstel, que han decidido piropear a sus principales clientes, cual obrero al sol, mostrando al mundo el prototipo del lechuzo actual. La conclusión: el hombre clásico ha muerto, ya no nos animan los duritos y dominantes, aunque les hemos dejado un cachito de masculinidad: pueden cuidar su físico (ay, sí) y, en eso que llaman sexo, mejor que se esfuercen en plan puro macho (ahí, también sí).

Dicen, los señores de las encuestas, que estas conclusiones parten de lo contestado por hombres y mujeres de Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia, y será que allí son unos falsos o es cierto que España es muy plural, porque yo no me imagino a ninguna de mis lechuzas diciendo que Casillas es el objeto de su deseo porque es: “simpático, humilde en su profesión y mantiene unos hábitos de vida saludables”. ¡Qué gracia! Pues na, ya me lo quedo yo por ese cuerpo, esa cara, esa forma de hablar, por ser campeón del mundo y por el pedazo beso que le soltó a Sara. Y, a todo esto, me gustaría saber si Eva González ve tantas gracias en el portero del Real Madrid… las perfecciones duran hasta que… duran.

Y después de recordarnos que existen Casillas, Nadal y Christian Gálvez (que no me pega en la lista), en plan puñeteros, nos confirman lo evidente: nosotras tendremos que lidiar con el resto: simples, inmaduros, poco comunicativos (um) y aterrorizados ante el compromiso.

Eso sí, hay cosas que igualan a los seudoperfectos y al resto de lechuzos: todos pierden pico y alas por el fútbol, las cañas con los amigos (si pueden ser Amstel, mejor), los videojuegos y el bricolaje. “Pero no importa, porque así lo quiero yo”. ¡Qué humor!

**Ahora sí, ahora no**


Patrones abullonados, estilismos de tul y, si te pones, tacones y peineta de lo más cañí. La fusión está de moda, Morgana, y tus palabras hacen tartas de magia, a la espera de tus braceos sobre la escena, hipnotizados por el compás de tus tímidas caderas ¡Olé, la tacones!
Yo imagino, a tus treinta, una Semana de Pasión que pase del hip-hop al fandango, ¡porque tú lo vales!; te veo tocando con baquetas las baterías de músculo y trazos de tatuaje, te veo cambiando a los amigos de las camas platónicas de hotel; micciones de amor, por aficiones menos espirituales o cantando un tanguillo con uno de Cádiz, que los del sur son graciosos e Italia ya esta copada.
Dejo para el estudio tu gusto por las melenas, colas, gomas y rastas, tan mona tú: enredando con los filamentos de ónix que navegan hacia tu reino de manzanas, donde muchas voces te llaman, Ávalon.
Comunicación en gestos, escasez de palabras contra la soltura de tu imagen, “podrías tenerme bailando en ninguna parte”, would you have me dancing out of nowhere, pero elijo verte creando en el lugar del que emerge lo que posees, Ávalon. Pero eres lechuza, lo siento, tus alas son ligeras y se mueven tras tantos puertos… ¡Ay, hechicera, si escoges marinero, que sea de altos vuelos!

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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