19.9.09

**Cinco minutos**




El pentagrama, el sello de Salomón, los cinco extremos del cuerpo humano, eran cinco dedos, cinco, una hora fatal, en versos de Lorca.
De toros y muerte va esta lechuza, del mundo de la magia y de los ruidos nocturnos. Y es que asumo que vamos para mayorcicos y mis tímpanos se mueren por la malsana costumbre de los albergadores de la noche zamorana por subir y subir los decibelios de la música de sus garitos.
Y, ahora, llegan los pitones, relacionados con este problema, porque todo esto me suena a táctica de seducción. Que la estrella de cinco puntas invertida es el símbolo del macho cabrío, y, por estas tierras, no son pocos los que lucen semejante aderezo.
Pero el gimnasio, las barras, y bicis voladoras no tienen voz, no te corrigen si fallas, no riñen tus desvergüenzas y el lechuzo, pobre, solo sabe conquistar chocando cuernos, nadie le explicó el significado del verbo o la efectividad de la conversación. Pues, ¡música a tope!
Nosotras, advertidas de este hecho, preferimos no escuchar, ya nos relatarán sus hazañas las amigas de su novia, que son más fiables. Ellos se han quedado para lanzar besos, custodiar señales de tráfico, regalar premios gratificando la asistencia reiterada, acompañar a casa y proponer, con gestos, veladas de mordiscos, vuelos al amanecer, desayunos en la cama. Porque, a mímica, no les gana nadie, oiga, y sin haberlo estudiado.
Y es lo que tiene el mundo de la noche, que nosotras sí aprendemos, y sabemos que, como los rodeos llevan al mismo sitio, hay que dirigir el tráfico: Estoy allí y espero, como mucho, cinco minutos, ¡circulen!

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
masdeseisosiete