18.11.10

**Plumas de mariposa**


Hace unos días, algún lechuzo desorientado decidió enviarme una “Guía de la buena mujer”, con once reglas para ser “La esposa que él siempre soñó”. Las imágenes, en tonos sepia, pretendían recordar los buenos quehaceres de las mujeres “de antes”: siempre sonriente, dulce y coqueta; viviendo para hacer feliz a su marido, para criar a sus hijos, con las zapatillas y el periódico dispuestos, una perfecta cocinera… una perfecta mujer. “Déjalo hablar antes, recuerda que sus temas son más importantes que los tuyos”. ¡Qué humor!

Creo que yo nunca poseeré esas raras habilidades, es más, algún gen anómalo impide que algún día pueda ser la perfecta nada, y eso es, y sin esfuerzo, mi mayor logro. Pero otras lechuzas han modernizado todo lo que se esperaba de las mujeres y suman, a esa finura de facultades, la seguridad en sí mismas que hace que no solo amen amar, sino que amen a quien las ame; su independencia; la alta belleza de un rostro dieciochesco, unas facciones que superan todo canon y un toquecito de carácter.

Pero, pobre mariposa que se marchita con el viento helado, a pesar de todo, eres lechuza y eso tiene sus consecuencias: ¡correeee! Porque ellos veneran tus alas y no te dejarán volar: el pasado siempre regresa, como una espiral que empieza de nuevo. Tiembla, amiga, porque ya no temes la noche, ni cuadrados ni rayas ni gris, y sabes de los principios y de su nula eternidad. ¡Qué difícil arrancarte de sus recuerdos!: locutores, enseñantes, informáticos, mentirosos de pañuelo eterno, balompédicos, raros raros y… ¡aaacción!

¡Bienvenida a las llamas del abismo, Lucinda hermosa!

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** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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