
El cruce: hipnótico, sensual, la cima de toda atracción… y todo va bien. Pero las relaciones con lechuzos tienen dos polos en repulsión: razón y símbolo. La razón la pones tú, lo oculto, ellos. Novela contra poesía pura, palabras colocadas en el lugar exacto, elevado, todo pensado para la conquista, pero sin historia detrás.
Por eso, aunque te ganen las orejas y te resulten convincentes su perfección y versos, recuerda que no son más que un reflejo de lo que tú deseas que llegue y de lo que ellos jamás podrán ser. Tarde o temprano, al avatar de turno se le cruza el cable (y eso que solo es uno) y perdemos la conexión con el mundo azul para encontrarnos con un extraño más, uno de carne y hueso, un paralítico del amor de cintura para arriba.
Y a pesar del engaño, si el hombretón de turno es de fantasía y en sus posaderas deslumbra la belleza del 3D..., qué importa que sus besos no nos sepan a madurez o que un día su boca libere un “te adoro” y al otro, “adiós”; qué prefieres: verosimilitud o sueño. El amor es arriesgado, desconcertante, peligroso, a veces tan callado…
Recuerda: si una noche, un adonis del verso te recita estrofas en honor a Jovellanos o se cose a tu cintura de colmena, sonríe, coge de lo malo la alegría y señálale dónde te sientas, hasta dónde llega una mujer para juntar los imanes un ratito, que para toda una vida... tanta exaltación puede resultar algo cansina. En este cuento, princesa, ni el conejo es tan blanco ni la reina de corazones tan malvada.
Por eso, aunque te ganen las orejas y te resulten convincentes su perfección y versos, recuerda que no son más que un reflejo de lo que tú deseas que llegue y de lo que ellos jamás podrán ser. Tarde o temprano, al avatar de turno se le cruza el cable (y eso que solo es uno) y perdemos la conexión con el mundo azul para encontrarnos con un extraño más, uno de carne y hueso, un paralítico del amor de cintura para arriba.
Y a pesar del engaño, si el hombretón de turno es de fantasía y en sus posaderas deslumbra la belleza del 3D..., qué importa que sus besos no nos sepan a madurez o que un día su boca libere un “te adoro” y al otro, “adiós”; qué prefieres: verosimilitud o sueño. El amor es arriesgado, desconcertante, peligroso, a veces tan callado…
Recuerda: si una noche, un adonis del verso te recita estrofas en honor a Jovellanos o se cose a tu cintura de colmena, sonríe, coge de lo malo la alegría y señálale dónde te sientas, hasta dónde llega una mujer para juntar los imanes un ratito, que para toda una vida... tanta exaltación puede resultar algo cansina. En este cuento, princesa, ni el conejo es tan blanco ni la reina de corazones tan malvada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario