4.12.10

**Ana María**


Repasando las portadas de periódicos y revistas varias, una tiene que elegir entre dos nombres de mujer: Ana María y Sara, Matute o Carbonero. Y no me tachen de frívola, pero menos mal que la pregunta no se reduce al interés mediático. Lo cierto es que, en el debate entre tetas postizas o Premio Cervantes, aparecen enfrentadas dos realidades, dos tipos de mujeres o de encanto femenino: todo a través de la belleza o belleza por inteligencia.

Y mirad, mujeres operadas: muchas, aunque con el gusto de Sara, pocas, ¡solo 250 gramos por pecho! Mujeres premiadas con el máximo galardón de las letras hispanas: tres. María Zambrano y Dulce María Loynaz precedieron a la académica española. Yo, que vuelo entre las letras, muchas veces me he preguntado por qué todo lo que huele a Academia, se aleja tanto de lo femenino, emulando al mando masculino. Desde las últimas décadas del siglo pasado, vivimos un cierto boom de las escritoras hispanas: Allende, Grandes, Puértolas, Laforet… y tantas reconocidas con planetas, nadales y, sobre todo, lectores. Mas los eruditos, esos que rigen con cierta caspilla los órganos del poder crítico y literario, siguen arrinconando esa “literatura de mujeres” como ligera, fantástica o poco intelectual.

Señores, hoy les felicitó por su apertura hacia la profundidad, la sensibilidad, la crudeza social y la belleza. No nos miren los pechos, la literatura no tiene género.

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