El poder siempre se ha visto desde una perspectiva masculina, algo que hoy sigue activo en la mente de mujeres que, alcanzando metas altas, deciden adoptar un rol brusco, una voz dura, una imagen excesivamente hombruna, como si el mando solo fuera efectivo desde ese enfoque, véase la renuncia a la sonrisa de Chacón, la gravedad en el tono empleado por Aído o la vestimenta viril de Cospedal. La incógnita está en saber si se han realizado profesionalmente gracias a esa imagen o a pesar de ella.
La Judith bíblica cortó la cabeza de Holofernes, decapitando así el icono de la mujer espejo, del reflejo del otro, de la mujer pasiva y sumisa; para desnudarla de roles, para otorgarle un significado propio y distinto. Mas parece que las españolas no hemos encontrado razones para preservar nuestra independencia y escribir versos propios sigue siendo la asignatura pendiente, encorsetamos nuestros pechos, escondemos una belleza poderosa, una sensibilidad distinta, nos avergonzamos de una inteligencia emocional superior. No hemos entendido ni significado ni significante de la palabra igualdad.
Quiero, que gracioso verbo, equilibrio en obligaciones, en derechos, en oportunidades, no reclamo trato divergente, no soy caballera ni hombruna ni débil. Mis lechuzas son genuinas, desconcertantes, a veces oscuras, a veces demasiado evidentes, irrepetibles, únicas, lunáticas... Y nuestro yo es sensual, sexual, feroz en ocasiones, devorador o romántico, tal vez. Somos como tú, nuestras y de nadie.
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