29.12.11

**Esos culitos prietos**





Enterramos un año, uno más o uno menos, y seguimos confiando en que el 2012 no será como promete, que nosotras algo podemos hablar de los cambios y reveses, venturas y aventuras que no son lo que parecen y sorprenden...

Como lechuza que se precia de voz y gusto fino, saco partido de pico y orejas y se las presto, de vez en cuando, a ese amigo criticón que dice seguirme entre amores y cotilleos. Él cree, y me lo cuenta, él ama y construye futuro, y me lo cuenta: “Mari, es que ella está buena”. Por no ser malvada del todo, confesaré que sus palabras defienden las bondades de la fuerza del conjunto, que "a dos" es más fácil soportar la dureza de la vida. Yo le creo, cómo no, pero quién ha dicho que el latido fuerte sea el del dos. Me gustan el tres, el cuatro, el cinco, el siete lechucil... Una está perdida entre las flores que algunas llaman culitos prietos.

Lo rebelde es lo que tiene, espíritu libre ¿indomable?, no, no. El goce también terminará..., pero, es tan dura la caída, que prefiero el vuelo obsceno de inmorales, de colchas arrugadas y madurar bailando. ¡Me gusta mi club abierto y cerrado!

Mas, llegado este fin y el comienzo, el pasado trae besos, de esos que mi club no me da, aunque acompañen mi sonrisa, esa cara percha, esa mirada iluminada de nosotras, las perdidas... Y recuerdo, a él, a ellos y nombro, solo en mi mente, los que fueron dulces acertijos, los laberintos del Minotauro de los que salí con enemigos, pero disfruté de Teseo, de mares rojos, negros y de China.

De aquí a la eternidad, quién dirá... De aquí al 2012... yo ya estoy en cuenta atrás: tic, tac, tic, tac, dispuesta a moler y a dejarme olvidar, que luego, siempre, las lechuzas somos dadas a vender billetes de vuelta y repeticiones, siempre, de nombres, de errores, algunas culpas y silencios y tantas alegrías. ¡Esos culitos prietos que nos llaman!

No sé si somos causa de perdiciones o si nos perdimos. Las lechuzas no pedimos, ni perdones damos, de qué, por qué. No al pertenezco, no a las muñequitas de porcelana, hola al 2012 de amores exclusivos y compartidos, con vosotras, si hay que rotar lo bueno, se rota: Zeus, Teseo y mis ojos. Por vosotras, soy una feliz causa perdida.

22.12.11

**Por qué se casan los que se casan**


A mí Papá Noel… ni fun, fun, fun, ni na de na. Pudiendo tener tres científicos montadores de camellos, quién querría a un señor barbudo y que aparece una vez al año, te deja el regalo y se va, cual malvada cigüeña de París. Al menos los Reyes se lo curran con un largo trayecto de fríos y calores intensos, arriba, abajo, a un lado y al otro, hasta que encuentran la estrella. A pesar de no ser la fecha de su llegada; por la cercana Nochebuena, voy a cumplir una promesa: dedicar estas caricias en prosa tan propias de mí a esos señores que lo son por ser casados. ¡Qué no hay casado bueno! (conozco uno y no es el papá ese soso del jojojo).

Forzada por peticiones varias, lo intentaré, sin ser yo la más indicada para comentar algo sobre los “pillados con anillo”, no por eso del alimento prohibido o desconocido, más bien por no ser amiga de los amarres, pues de algo de brujería tienen que entender esos que consiguen que las lechuzas dejen de mimarse a ellas mismas para dejarse por otros.

Madurez, aburrimiento, romanticismo, hipoteca, ese reloj biológico que desgarra los cuerpos femeninos… hemos escuchado de todo, estas descarriadas solteras, como excusas de las orgullosas mujeres casadas que ya tienen a su hombre ¿seguro? para ellas solitas, que las musas existen, pero no se tocan.

En Navidad, luces y niebla, el buenismo se apodera de mí, maldito, y entre el recuerdo de algún amor y el olvido del siguiente, creo ver un motivo para el matrimonio: ganas de cuidar y ser cuidado. No nos engañemos, en lo bueno, cualquier lechuzo mono, detallista y ágil puede hacerte feliz y tú a él; en lo malo… solo las mujeres aguantan sin amor y ellos… conocen el verbo, pero no lo conjugan. Los hombres tratan la estabilidad que les llama desde los treinta como una petición del alma y, por no variar, se acomodan a la que se cruce en su camino y esos cruces traen el descruce en cuanto la cruzada se deje de querer por ese, su hombre.

Y comieron perdices hoy, mañana tendrán que sobrevivir a las malas rachas, a los amigos, a las partidas de pádel, de cartas, de mus; al sexo sin ganas, a la testosterona, al mercado de valores, a la desgana, a los hijos, al desgaste, a las ganas de sentirse vivo con la conquista… Pero lo siento, si conoces sus defectos y aún así quieres compartirlos, no escaparás al amor. Piensa que si él no te hace feliz... siempre quedará un otro o ellos.

15.12.11

**Átame o saldré corriendo**




Si un hombre huye cuando o durante surge el roce, el arremeje o algo de amor… puede que sea un cobarde o que sufra algún mal de esos que gustan silenciar y tema no cumplir con otro cuerpo. Así no hay llama ni alegrías ni fracasos.

Para la mujer, es más el temblor de piernillas el que gana a las que corren, a no ser que escapemos del típico admirador pesado, Maroto el de la moto, que no habla, pero tampoco deja que sus ojos callen. Nuestro lenguaje corporal, como cualquier otra forma de hacernos entender, es evidente: si mis pies te señalan, si mis senos afirman las marcas de mis manos o doy la vuelta y escapo… ahí están mis quereres. ¡Qué miedito!

Pudieran pensar, quienes me lean, que hablamos de amores de adolescencia, ¡nada más lejos! Cuando una lechuza tiene que disimular sus nervios o escalofríos de color carmín, suele ser una herencia de desafectos pasados, masculinos y propios. Escapamos de mentiras, de daños y engaños, por lo que salir corriendo, literal y metafóricamente, solo se frena cuando un lechuzo, pin, pan, porrompompón, consigue atarte, taparte las salidas de emergencia y apaga la luz; aunque hay casos en los que la cosa se complica si, además, tiene el pobre que callar ciertos picos de oro o conseguir que no te golpees con los cabeceros de esta nueva esclavitud. Cuántas formas de comunicar y qué diferentes.

Bien sabido es que los hombres usan más su parte izquierda, la de la lógica racional; nosotras, por unir, unimos nuestros hemisferios y conectamos y requeteconectamos con sentimientos, emociones, intuiciones que expresamos entre la piel y la velocidad de los pies.

Intentaremos que los zapatos, al menos, señalen siempre hacia el frente, por lo que vendrá. Siempre y cuando sea mejor.

8.12.11

**Un hombre que te haga sombra**




“Elige a un hombre que te haga sombra”, una aliteración varonil que, por más que parezca sencilla, resulta misión incompatible con la vida moderna. Y a ver cómo le explico yo a mi abuela que su mandato puede resultar una búsqueda eterna para esta pobre lechuza caída del cielo.

Pertenecer a la generación del Cola Cao es agradable para ciertos sentidos: gusto, sin duda, ¡qué corra el azúcar sustitutivo de tanta felicidad!, y, en ocasiones, la vista y el tacto, pues hermosas figuras, por corpulentas, pueden decir que de buena infancia vinieron esos fangos propios del Jardín de las Delicias. En definitiva, taparnos el sol y seducirnos con un ñu aún está en sus manos y siempre nos quedará un buen desayuno, ¡ñañ!

Pero mis mayores, esas dominadoras del poder de la palabra de Scheherezade y de la paciencia de Penélope, imagino que querrían para sus nietas un todo: sombra física, para el buen comer, y sombra mental, para tener contrincante digno de mirar para arriba ante tanta arma de mujer mujer.

Y con los tacones vino el dolor, porque a la altura hay que acompañarla, si no se pretende a una araña sin patas, y a la potencia cerebral habría que darle frascos contundentes… quién dijo miedo si toca un todo.

Solo hay un camino para el corazón de una lechucilla, y no es el complicado tormento, sino el grande y recto ¿No es cierto? Tenemos sexys, encantadoras, pícaras, tímidas y serias intimidadoras de tacones. Intentaremos no rompernos el paracaídas, al menos una vez.

1.12.11

**Polvos de miel para la boca del asno**




Tú eres hombre para mí, yo soy mujer para ti, pero que me dices de tu boca... ¿se merece tanta miel? Los príncipes no paran de sufrir metamorfosis, de cucaracha a asno. Busca, mi lechucilla, quién prefieres que sobreviva entre tus venenos, porque azules no nos quedan en la lista de Ovidio y algo te tocará perder de tus sueños, eso seguro: si quieres un amigo, acuérdate de que se olvidará de ti cuando pretenda algo más que charlas, fiestas o compañía.

Si la diosa Tique desaloja sobre tu cabeza la fortuna de la pasión y te vas quedando flaca de tanto amor, perderás las miradas del día a día y vivirás realidades prosaicas, aunque profundas, limitadas por el espacio de páginas que no pueden lucir en blanco.

Luego tienes el amor que llena versos, ese que descarrila locuras, que deja tantas cicatrices como espacios en blanco, que suena a desengaño, tarde o temprano. ¡Vete de mí, silbato, pitido que no se va, que rezumba en los oídos de las pobres ilusas! Pero qué noches... nieblas, fríos, heladas y orejas, calientes...

Los lechuzos, está demostrado, piensan más que nosotras en comer, en dormir, en volver a dormir y en conquistar otro cuerpo (¡ay, si fueran dos!), y en este porcentaje nos ganan, 19 veces al día, frente a 10 que dedicamos las lechucillas a imaginar noches de luna y sol alrededor de una estampa morena y fina de caballero.

Significativas las preferencias masculinas, ahora que hay datos, tendremos que guardar a los raritos (si los hay) en cajitas de algodón o soltarlos para que luzcan y reluzcan por las calles entre tantos pensamientos masculinos, ¿y si compartimos? Más de lo mismo, pero en dosis pequeñas, para mayor aguante lechucil. ¡Qué aburridos en su semejanza!

25.11.11

**Motivos para ser feliz**


Venga, amor, dinero y salud, siempre se ha dicho, pero, tal y como van las cosas, quedémonos con la vida y con sentir, de cuando en vez, escalofríos, el desarrollo corporal ajeno, lograr ser inconformista, innovar, controlar, aprender, esforzarse… y sonreír, aunque a veces quieras matar o llorar. Algo se escurrirá para dentro.

Es lo que tienen los gestos, una simple mueca, una palabra, incluso aislada, pueden dejarnos un momento feliz y eso, o no lo pillan los lechuzos o solo lo entienden quienes no deberían usar sus encantos con ciertas lechucillas clásicas ¿o sí? Siempre he creído una desgracia femenina ese placer que sentimos por los detalles, el cuidado con el que mimamos al otro y esperamos en el opuesto. ¡Cuánta espera, cuánto dar y qué poco a cambio! Un mensaje, unas palabras de ánimo, un simple “hola, cómo estás” pueden alegrar una mañana y si hasta para eso no les llega… A ser felices con la sonrisa propia, tan linda.

Nuestra historia es esa, la de sentir sin dejar que se nos peguen entre los dedos los quereres, luego las pelusillas no se despegan, por mucho que una quiera deshacerse de las noches inútiles, que las eternas nadie las espera, agotadoras son las definitivas. Seguro que es mejor el futuro que el pasado y qué mayor felicidad que la de ser capaz de olvidar los antes, los problemas que se llaman “él”, qué angustia la de tener que perdonar todas las mañanas: olvidar y olvidar, sin excusas. Vamos a no ocultar las provocaciones, a buscar mejores paraísos y a quienes usan palabras, quizá duras, pero son seguros hasta en los fallos y capaces de decir “lo siento”.

Venga, amor, dinero y salud, siempre se ha dicho, pero, tal y como van las cosas, quedémonos con la vida y con sentir, de cuando en vez, escalofríos, el desarrollo corporal ajeno, lograr ser inconformista, innovar, controlar, aprender, esforzarse… y sonreír, aunque a veces quieras matar o llorar. Algo se escurrirá para dentro.

Es lo que tienen los gestos, una simple mueca, una palabra, incluso aislada, pueden dejarnos un momento feliz y eso, o no lo pillan los lechuzos o solo lo entienden quienes no deberían usar sus encantos con ciertas lechucillas clásicas ¿o sí? Siempre he creído una desgracia femenina ese placer que sentimos por los detalles, el cuidado con el que mimamos al otro y esperamos en el opuesto. ¡Cuánta espera, cuánto dar y qué poco a cambio! Un mensaje, unas palabras de ánimo, un simple “hola, cómo estás” pueden alegrar una mañana y si hasta para eso no les llega… A ser felices con la sonrisa propia, tan linda.

Nuestra historias es esa, la de sentir sin dejar que se nos peguen entre los dedos los quereres, luego las pelusillas no se despegan, por mucho que una quiera deshacerse de las noches inútiles, que las eternas nadie las espera, agotadoras son las definitivas. Seguro que es mejor el futuro que el pasado y qué mayor felicidad que la de ser capaz de olvidar los antes, los problemas que se llaman “él”, qué angustia la de tener que perdonar todas las mañanas: olvidar y olvidar, sin excusas. Vamos a no ocultar las provocaciones, a buscar mejores paraísos y a quienes usan palabras, quizá duras, pero son seguros hasta en los fallos y capaces de decir “lo siento”.

20.11.11

**Palabras más, palabras menos**


No digas nada, no pienses, habla poco… sé mi sonámbulo y déjalo todo, hasta tu voz. “Eres linda, la madre de mis hijos, perfecta para mí”. Cariño, cállate, no ves que no hace falta, que la fe la dejé para el del Cielo y soy espíritu de azotitos, de tierra profunda, abrasadora y en cueros ¡olé!

Un hombre y una mujer, lechuzo y lechucilla, rendidos, lindos, dulces, no más. Puedes dar las gracias, eso sí, por formar parte de esta cena a tres: la noche, el poder y mi extravío. En este reinado, se recibe y se da para olvidar: ya veremos mañana. Todo sencillo, piú bello, romántico, si la adornamos con frutas salvajes, bulbos blancos, tono rojizo, jugosas capas y sabor dulce y picante. Todo es empezar, pim pam, placa, ñaca y vamos viendo.

Y llega el error. Es cierto que las lechuzas valoramos los vínculos sentimentales, cómo no: recuerdo cuál era el sonido de tu nombre (¿tenía una erre?) y, por supuesto, debemos esperar, somos señoritas que recompensan la paciencia, maduramente. Aguantamos, conocemos y usamos, al fin, por eso de amar desesperadamente el amor. Entonces, y solo entonces, puede que, tal vez, algo funcione y, tras la primera cita, volvamos a empezar, primero delante y luego detrás, un pasito, dos y tres.

Pero no mates el misterio, corazón, no busques mi escalofrío con letras aprendidas para otras ¿A qué mentirnos? Has cumplido y no has usado ni penas ni varas… de medir. No me compliques con las promesas que no te pedí y corre contra el frío.

Yo soy placer, cordillera por nacer, poesía, condimento eterno y sabrosura. ¡Azúcar morena con caña! Mujer de fuego, volcanes y escultores. ¡Ay, un Miguel Ángel de nácar!

10.11.11

**Once del once del once**




Desconozco si los lechuzos se merecen o no nuestro tiempo, pero la cosa está en no perderlo, en esta fechas selectas, con ínfulas, y menos las mesetarias, que, puestos a seleccionar, nos gana el exotismo corporal de otros lares: cacao, marisco, picante y dulce de batata, ummm.

Así, conteniendo el desaliento, pensando en pecar y en los pedacitos de otros cuerpos, intentamos vender saborcitos que dicen, comentan y venden como frutos de las hijas de Afrodita, no más que lechuzas que gustan de repartir, y hacerlo bien. Los estimuladores del apetito, naturales, siempre, han preocupado a los estudiosos y hombres de otras épocas, no entiendo por qué, kebab, té, cacao, cannabis y alcohol, no más que amor.

Con el chocolate, parece claro y oscuro, con leche y almendritas, que las mujeres desarrollamos placeres orgánicos inusuales; para los hombres, fresquita menta y ya es bastante. ¡Cacao mentolado!Con el alcohol no se aclaran, facilita y entorpece, genera comienzos y niega finales cumplidos, potencia para perder...

Las drogas, fumadas, impiden la virilidad e inhiben los sentimientos femeninos, manchas de manos y mentes, parece ser, aunque algunos deseen comprobar sus evidencias firmes.Como diosas griegas milenarias nacidas de partes nobles, no es que las lechuzas precisen ayuda, pero el juego es el juego y la pelotita no siempre arrastra, resbala o se mantiene dentro de la lujuria carnal...

Cítricos, conchitas, ginseng, frutos del bosque y libros de origen hindú, y kamasutreadas nos tienen buscando el vigor amoroso a través de leche y miel. Fragancias, perfumes y tiburón, tu aleta, jalea real y cebolla... A probar tocan, y que toquen, que toquen.

3.11.11

**Alimentando deditos ligeros**



Hay lechuzos que son capaces de tocarte canciones de amor, compensando a los que solo cantan o piensan y dejando por bajitos a los que reclaman tu piel con apenas sus dedos. Dulces de batata o marcadores táctiles, caballitos de batalla para darnos primaveras felices o ser portadores de mensajes carnales que procuran emborrachar cerebros, glándulas e hipotálamos pintando con el sabor tinto y fresco blanco, color toresano o acento argentino.

Ciertos pulgares marcan con rapidez sus errores. ¡Lástima, ya está enviado! “Chuchi, chuchi, chuchi, ya llego a casa... prepárate para la cenita, para la comidita, para tu desnudez! Cuán rápidamente caminan los mensajes vía móvil y cuánto se ríe el destinatario equivocado cuando ya ha llegado y no hay nada que lo borre de pronto. Lo dejaremos en que deseo, intención y sus palabras cuentan y a alguien alcanzan las risas.

¿Hombres hombres mandando mensajes de amor? Parece que, cuando de veras se quiere, los quereres no pueden temblar solo a escondidas, pues el hambre derrumba paredes y no hay escarchas de cebollas que aplaquen apetencias sibaritas: pim, pam, cuchillo, martillo y tenedor en mano.

Derramándose entre pececitos amarillos, esos dedos rozan lechucillas que, aunque picajosas, pueden arrancar soledades de cien en cien, vencer con sonrisas de mojitos gigantes y desterrar a esos muñecos de sus cunas de almohadones rojos para vuelos de altura, a pesar de que nuestras armas pueden provocar congestión y taponar sus armas polacas, modestas o pedantes, si están buenos o lucen cuerpo... bien se merecen sus dedos mancharnos con dulce de leche. ¡Guapos!

De lo más de Zamora al mundo, en vuelo tripulado o libre, a elección. Si no encuentras el camino: ¡Pibe, llévame a casa!

27.10.11

**Mezclando labios con corazón**



Al fin y al cabo, ¿qué es el amor?, un instante o instantes que conllevan unas cadenas, algunas de oro, ciertamente, pero se clavan y pesan tanto como las normalitas. Lo más interesante es eso de la desnudez, más por lo que aporta a uno mismo que al otro, por muy ojiplático que se quede con tus turgencias, pues es mejor espejo el que te ama, ¡una se refleja tan guapa!

Todo el día con esa cara de percha que deja maniatados los músculos faciales, y sin poder evitarlo. Clavadicas, atrapadas entre la pasión y sin luchar contra el amor, eso trae el otoño. Venga, a besarse y descansar, a abandonarse y volver a... besarse. Se aleja, vuelve, marcha y regresa, tal que un poeta en un aeropuerto esperando tu camisa a cuadros, sin importar que huela a un azul de versos o un negro o gris de músculos. No hay desodorante que tape tanto tufo a hormona manirrota.

Y no te sientas mal, lechucilla, esto es lo normal, por mucho que pertenezcas a ese grupo de gente, insólita, que no cree en las esperas ni en que duelan ni, dónde vas, en eso del amor. “No, no, no es amor, amiga, pero es tan majo...” Lo de su cuerpo moreno no tendrá nada que ver, su estilo, esos andares de aprovecharlo todo y su juego de muñecas no son señales indiscutibles de que lo adoras, no, no.

Si no es amor, que no lo es, te dejaremos un huequito, una puerta de escape momentáneo de nuestro grupo de descreídas, mientras te recordamos y no olvidamos todas esas etapas que creías que te iban a durar para siempre, pero solo por tu alma armada de lechuzo, siempre y cuando, pero nunca sobretodo, que eso ya es más propio de tu lado femenino.

Yo, entre nosotras, prefiero verte sonreír con tu amor presente.

20.10.11

**Las chicas de las plumas**



Gracias por haberte cruzado en mi camino, corazón. Así, tan fácil, no debería importarles reconocerlo: dejar de evitar a las chicas de las plumas, lindas lechucillas, puede ser una experiencia inolvidable. Qué importa si te levantas con un zapato de diferente forma o color ¡Para lo que hay que andar, mejor sentirse bien!
Los lechuzos pretenden no complicarse la vida con lo que no pueden comprender, no les van ni las esperas ni los quereres que usan plumas. Nosotras contamos esferas, hacemos dibujos con chocolate caliente y animamos en los conciertos... Lo malo son los sueños: soñarnos es perdernos, pues las plumas son volátiles y solo tocan el aire si no les ponen carne viva para agarrarse, necesitan vivencias, tentaciones y alguna que otra melodía, aunque sea de amor. Difícil esto de elegir un par, difícil esto de compartir.
Son distintas las apetencias femeninas, al menos las nuestras, no voy a generalizar, que ciertas querencias pijas ni yo entiendo. Si alguien necesita pistas, le diremos que insonorice hilos musicales de encuentros sucios más que carnales, que olvide agujeros vacíos, cabezas de una mirada y nada a cambio. Adivina dónde te llevan las perversiones de su cuello, tu mano ciñendo las caderas, buscar lo que no se encuentra, su piel, tus viajes con vuelta inmaculada y las puertas cerradas a tu paso y al suyo. Así no tendrás nada y lo esperarás todo. ¡Qué lindo aplazamiento!
Con cuatro días, tal vez dos, llamarás egoísta a la luna, llorarás al sol y reposarás tu cabeza en su vientre algo más que una vez por semana. Amigas lechuzas, tan jóvenes, pero tan viejas. Tan vividas, pero tan nuevas, queridas y odiadas. Volando sin prisa y sin sombras.

17.10.11

¡Y qué me importa si no me quieres!


“ ¡Guapa!”, “¿dónde te llevan esas bellezas de piernas que te acompaño?”, “te comería toda”, “¿estás en obras, con ese polvazo que llevas encima”, “con un culito así no necesito ver tu cara”… y podríamos seguir con más lisonjas pegajosas de amor henchidas.

Las lechuzas heredamos de nuestras madres, benditas ellas, la resistencia muda ante ese ánimo exhibicionista masculino que solo en estos casos se muestra verbalmente, ¡pobres, ahí se quedó su dominio de la retórica, la hipérbole y la lengua en sí!

El piropo no pasa de ser una mera demostración de deseo, de impotencia o falta de posesión; pocas veces faltan y algunos hasta hacen reír, siempre por dentro, que si sonríes… juerga padre y ánimo para ese lechuzo abiertamente cariñoso. Tampoco puedes contestar su juego de palabras, le fastidias al piropeador su normalmente escasa gracia y, con la crisis, habrá que cumplir con la benevolencia. Y, qué me decís del ataque en grupo, una muestra más de que necesitan amores de tres: ¡vamos a buscarles amiguitos!

Seas de piernas finas, muslos contundentes o pechos más que turgentes, lo cierto es que tus labios corren peligro por lo que escuchan tus ojos, pues una cosa es ser fantasía y otra es ser sueño de pervertidos, no, eso no, o de tocadores públicos, no, no.

Te pueden hablar de tuberías, jugo de limones, de mañanas o de luceros y soles, románticos, groseros, largos o cortos, pero todo va a lo mismo, mucho nananana y poco liriliri. Zalameros de lejos y holgazanes de la conquista cuando están cerca. No importa que sean grises, negros o colorados: si nos gustan con músculo, nos toca obviar valentía, restaremos milongas y nos burlaran bailes y canciones.

¡Necesitamos más gente para esta banda rockera! Excluidos los cazadores de linces, las golondrinas que pasan, van y vuelven y los “amoresdemivida”.

6.10.11

**No me olvides**




Ay, mis zorrillas, tan astutas lechuzas, tantas de nosotras aún confiando en sus dislates románticos y menospreciando a los que nos insultan, tal cual... Equivocadas, erradas en nuestro pensar, nada zorras, por lo tanto, y ahí está él, el juez del Olmo, leño seco en mujeres, para recordarnos que los hombres no nos agreden verbalmente, no pueden, porque el lenguaje no es más que interpretación, malvada, a veces. Mentes desvariadas las nuestras, cabezas sucias, mirada tan poco atenta, entiendo, gracias a él.
Si ese mosquito, que tanto te quiere, demuestra su amor con un zumbido de su boca, tipo “zorra”, agarra su lengua marchita con mordisquitos de pasión. La metáfora es su lenguaje, el símbolo de su amor es su verbo. Que te quiere mandar al cementerio en caja de pino... no me digas que no es romántico su gesto: realzando tu cuerpo en madera para la eternidad. Es un lujo la polisemia masculina. Hijas, madres, novias, abuelas y hermanas tan zorras y tan suyas, siempre.
No entendemos las buenas voluntades de nuestros cabronazos (‘experimentados y astutos’). No son artimañas de conquista sus mensajes (qué daño ha hecho el whatsapp) de madrugada, sus incomprensibles “no me olvides”, cuando siempre lo olvidaste, sus “siempre te querré y la vida nos debe otra oportunidad”, sus “me has embrujado”, “nos vamos a ver mucho”... Ah, no, no, corazón, no es necesario que a mí me mientas en nada.
¡Calla, apenas hables!

29.9.11

**Me diste en la boca un beso**



Una señorita que hacía a los hombres pecar, una maravilla de mujer y de copla. Con tono cañí somos marías de la o, una loba, una lirio, y no podemos olvidarnos de María Magdalena, Carmen de España y la Manola del Tururú.

Señoras o señoritas, de formas bonitas, gitanas, guapas y con historia. Decentes, limpias, puras o más bien no, qué gesto o posición hace que una lechuza se gane el “señora” y deje el “señorita”, de menor grado, para esas otras. La RAE expone, como característica para tal uso, la búsqueda de la “cortesía con una mujer soltera”. Olé y olé. Para el señorito dejemos la chulería, la ociosidad, al amo y al niño bien. Soniquete negativo que le voy viendo al término en masculino, con la a… ¿tendrá desventajas la soltería? ¿Será nuestro vicio sin firma señal de una carencia? Somos lolas de muchos puertos y poco consuelo nos da el lenguaje ante tanto sufrir, ay, pero no me llames Dolores, que la risa me acompaña, sin importar si el pájaro es Phrancisco, Antonio o mi primer novio.

Las francesas, feministas de mucho tomar, atacan los formularios que distinguen mademoiselle de madame, pero que solo ven un señor, un padre, un amo. Con estas cosas, me sale la piconera de dentro y me quemo toda. Ahora van de liberales, cuando la mayoría cambia su apellido al atarse con un “sí, quiero”. Tururú a vuestra independencia de pacotilla, princesses de silueta nerviosa y fina. Empecemos por el principio…

Sin anillo, señorita, nada de malas lenguas, ni faltas, ni de nombrarme por otros, señorita que cumple porque vale y solo tiene derecho a quien conquista con sus besos, en tu casa, en la suya, en habitaciones de viajes, en lagunas y termas y siempre en la boca, por si alguien, señorita, consigue que te enamores dándote guerra. “No debía de quererte y, sin embargo...”

23.9.11

**Llena de amor**


Es lo injusto del lenguaje o de la utilización que de él se hace, más bien. Si una lechuza confiesa sentirse “llena de amor”, es una cursi rematada a la que imaginamos repartiendo globos y margaritas y con pupilas en forma de corazón. ¡Guapa tú!

Si cambiamos protagonista por uno de esos seres llenito de testosterona, la cosa cambia y entramos en proposiciones más ligadas a préstamos seminales y a expresiones de mal gusto. Vamos, nosotras tontitas de amor; ellos, volviendo a jugar a confundir una cosa con la otra y siempre con el disfrute. Luego me dirán que entienden algo del amor eterno y que mantenerlo es un trabajo diario: unilateral, ¿no?

Un banco noruego nos ha casado a George Clooney con una joven embriagada, de alcohol, y es tanta la suerte que se le supone a la desposada que, al final del anuncio en el que participa el soltero de oro, remata la cosa: “Algunas personas tienen suerte en la vida, para el resto, lo inteligente es un plan de ahorro”. ¡Clooney igual a marido ideal! Ummm, voy a seguir sumando monedas.

Él mantiene sus ideales anti-bodorrios y esto me recuerda a ciertos golfillos de la mentira hispana. Toda la vida diciendo que desean viajar, vivir solos y comprarse una casa en el campo, que no pretenden a niñas inmaduras para pareja, ni las quieren cursis o controladoras, prefieren inteligencia, gustos comunes, ironía, simpatía y un poco de curvas macizas, solo un poco, y con quién acaban… ¡Vaya instinto o vaya palabra a sí mismos!

Pero el amor es así, no hay pareja perfectamente acabada, al estilo clásico, solo compatibilidades. Defectos que aguantamos y virtudes que nos complementan… del futuro ya hablaremos, que no es cuestión de empezar provocando, por lo menos de palabra y omisión. ¡Pongámonos a la obra!

15.9.11

**Pinta sin parar**



“Pinta, pinta, pinta sin parar, mojar y extender y vuelta a empezar…” Cuántas lechuzas deseosas de colorear su vida, y es que no sobran las sonrisas cuando se encuentra el tono adecuado. Rosa, rojo, verde o un marroncito tostado, eso va en gustos, pero el caso es ponerle azúcar y sabrosura a cuanto hacemos. No me digas que no.

Y, una vez que consigues pintar, cómo parar. Las lechucillas amigas del sol me entienden, no es cuestión de que una coja moreno, no, es adictivo esto de verse con color, cada vez pides más del astro rey, y más y más, y no dudas en quemarte si hace falta, que el invierno ya refrescará tus calenturas.

Y si la suerte, también en el amor, es una actitud, puedes pintar tus sábanas de negro carnal, si es tu deseo y saca tu lado salvaje, permite que llenen tu casa de alegría, de ilusiones y vacíen tus labios de ausencias, ¡bendita locura de colores, bendita expresión la de tus dientes!

Solo encuentro una pega a tantas motitas de colores, rojo fuego, pájaros rosas, un poco de azul y tanto brillo: la infidelidad tuya y suya. Como los españoles tenemos que dar la nota, un estudio sobre nuestros hábitos sexuales indica que, ¡novedad!, cuanto más tenemos, más queremos. Las parejas casadas o estables que con más frecuencia avivan sus colores maritales tienen una tendencia más acusada a probar sus afectos con otras u otros. Por practicar que no quede…

El límite está en 16 pinceladas al mes con tu pareja, catalogado como “sexo frecuente”, dicen, a partir de ahí, uno de cada cinco ha probado a colorear libros ajenos, y en más de una ocasión. A más uso, más infidelidad. El caso es estropearnos los últimos días de calores…

8.9.11

**El hombre que pudo reinar**


Una bella película de aventuras, pero ni el mismo Kipling pudo imaginar que su Kirguizistan de ensueño tuviera por escenario Marruecos; mentiras del cine, idea del mejor Huston, que entendió que siempre es mejor rodar en caliente que en el este.

Lo mismo nos ocurre a las hijas de la democracia, intentamos creer que en ella vivimos, pero hay crisis que nos recuerdan que hombres, lechuzos y tronos están unidos y enfrentados al reinado femenino. ¿Dónde están esos dioses de Marrakech que nos lo compensen? Qué rápido se trastoca la Constitución por cosas del parné, que poco se piensa en ella para cuando no esté Felipe. Total, qué más da la igualdad escrita, a quién le importa un simple detallito.

Y es así, hay ciertos asientos con querencia exclusiva hacia los lechuzos, tan acostumbrados a liberarse de todo lo que no lleve al uso y disfrute, las conquistas híper complicadas y la sinceridad son como coronas de sangre de las que hay que escapar. Para qué esperar a llegar a casa... ¡Mamãe eu quero, mamãe eu quero, mamãe eu quero mamar!


Sin su chupete, pocos soportan el tú y yo, pasando de dos palabras a tres que algunas dejamos en primera singular. Pero no siempre fuimos así, recordáis, amigas, esa vez que infartamos nuestras ideas, recelos y sus incongruencias y quisimos hacerlos príncipes. No siempre una lechuza se deja, pero si se deja… “bom, bom, bom, chiqui bom”. Ellos saben que cambiaban las horas del día, caminaban con canciones, que eran más ellos porque eran más nosotras, que no necesitaban ni noches ni sueños ni nada a cambio.

Pero tanto ganaron y tanto perdieron. ¿Habrán olvidado? Algunos parece que sí… la verdad es que no, mas es fácil querer querer a quien no puede hacerte daño. Lo han perdido todo, a pesar de que pudieron reinar.

1.9.11

**A canario muerto, rey puesto**



O era “a rey muerto, canario puesto”, sea como sea, me da que está abierta la veda de caza de los pajarillos amarillos, ahora que vienen del sur, tan morenitos y vuelan desprotegidos, intimidados, tal vez, por los nuevos lugares. Volare, oh oh, cantare, oh oh oh oh, nel blu, dipinto di blu, felice, di stare lassù, canturrean, pobrecicos, sin saber que les espera la escopeta de perdigones, de moda por nuestra calles, no solo en la noche.

Aún no sé si los canarios se comen, y no me penséis en otras aves extremas, bribonas, pero no estaría mal despertar con cantos piados, por lo bajito, susurros que no vayan al aire. “Buenos días, machito”, como respuesta a sus demostraciones de afecto. Nada de hacerlos soñar con quimeras imposibles de respetar, nada de “eres el sol de mi vida, mi pajarito”, aunque los dejaremos que esperen a que amanezca, podrán resfriarse a la luz de la luna, disfrutar de una gran noche. ¡Escapa de tu jaula, pequeñín, y no hablemos del amor!
Bueno, a lo que vamos, que se me pierden las alas entre tanta divagación y pechos amarillos… La columna de esta semana no llama al ardor femenino, pero sí a sentir, a besar nuevas pieles y a dejarse de las carencias acabadas. Sí, lo querías, tenías su rincón, acoplaste sus flores, sus canciones y él te quiso, mas pasó y ahora solo queda el no volver, tal vez algo de miedo y otras… que es poco el tiempo que aguantan las penas separados de otros besos, he oído. Todo es pasar, colorea tus manos y cara de azul, vuela, que está abierto el infinito, oh oh, y él no volverá más, espero.
Y, si eres de las que sufres, en silencio, sus impotencias, búscate un rey con sensibilidad y ponle paños calientes.

25.8.11

¿Amor o posesión?



Hay temas, y zonas, que es mejor no tocar, si no se tiene confianza, por eso de que el resultado puede tirar hacia el lado oscuro. Uno de los más peliagudos es el omnipresente concepto del amor: ¿un sentimiento especial o simple posesión de órganos y cuerpos?

No es que lo erótico festivo nos sepa mal a las lechuzas, pero cuando nos da por aflojar la mente, y no solo los huesitos, pensamos si es más importante esa fidelidad física que otro tipo de engaños o daños. ¡Honestidad corporal y ya está! No sé si será tan fácil, pero tengo la sensación de que esta sociedad se apoya demasiado en el afecto genital, queremos más cuando le restamos al otro, no hay libertad ajena, que la propia ya se la agencian los lechuzos (y eso que nos conocemos todos), no existe el desearle mejor al otro, más completo, más él. Desenredar para enredar y volver a enredar… ummm, eso es mejor cosa.

Estas aves pervertidas de ilusiones hemos optado por la sensatez: ¿seleccionar vestidos blancos o tendernos hacia los cuerpos untados en canela?, ya elegimos nosotras, que los pobres desgraciadicos están mejor si todo les damos, uno, dos o tres, y a beber con pajita, despacito, sin atragantarse. Ellos se quedan en canciones, pararnos pueden, de vez en cuando, una vez por semana.

Arropar en silencio, ¿no? de hablar... ni hablamos. Los casados, tan monos antes del esmoquin y el traje, engordan, algunos añoran pelo, de tanto dejarse peinar, será, y menguar... aún no lo comprobé. Pero, si es bueno el mango, amarillo y rosadito, por qué morirse por medir, ¡qué voy a contaros, lechucillas, si ya está escrito todo!

18.8.11

**Amando otras lenguas**



Con tanto escuchar eso de la Jornada de la Juventud, a una le entran ganas de saborear diferentes tipos de ratoncitos, será por eso de que algunas de nosotras llevamos una profesora de Lengua bien dentro y, de vez en cuando, creemos que una de nuestras misiones es repartir conocimientos lingüísticos del buen y bello español y recibir cuanto podamos de otros idiomas y puntos geográficos.

Tirando, tirandillo, cogiendo de algún modo, planchado alguna que otra camisa, echando una cacha, culear, chingar, pedir y dar mutuamente, en definitiva, es una parte esencial de cualquier pájaro humano.

Tiene cierto encanto eso de hablar con extraños y, por esta ciudad llana y seca a pesar del Duero, es algo bastante complicado: quien no conoce a alguien, conoce a alguien que conoce a ese alguien. No hay sorpresa que valga y es menos apetecible eso de iniciar la seduzione, rimorchiare, corteggiare o corteggiamento, a base de sobeteo que viene y va, que pasar de ahí suena a promiscuidad, infidelidad, adulterio y los italianos no quieren entender de líos, no.

En Francia, dicen, yo desconozco el producto, el ligoteo y el lenguaje son uno. Imaginad: frases románticas, la especial luz de París, el ambiente bohemio, el paisaje... todo acompaña y nos deja a unos francesitos la mar de atrevidos.

Argentina, Venezuela, Uruguay... tampoco se alejan mucho de la belleza de las palabras, ¿o será cosa de acentos, no tildes? Nosotros perdemos encanto con eso del pudor, mas ¡ole, ole y ole la chispa, la simpatía y el roce a la española! Y tú, ¿cómo eres?

11.8.11

**Perseidas, Cuadrántidas y Gemínidas**



No suspiramos las lechuzas por nostalgias, nos son las lágrimas propias de nuestra condición alada. Ni pedimos, ni decimos, ni rogamos... de las estrellas que caen en esta noche de agosto solo tenemos la suavidad de sus aristas, derretidas por los calores de dragones sin consuelo ante el calor.

Esta madrugada, la luna llena tapará a las Perseidas, hermanas en la altura, en lo revoltosas, en lo popular de una soledad nada triste, por entretenida.

Las lágrimas de San Lorenzo pueden erotizar de lluvia tantos corazones... Licor que cae, dorado, derramando a Zeus entre el cuerpo de estas dánaes, mortales. Para enero dejamos las Cuadrántidas, para diciembre hacernos destrozar por la fiebre de las Gemínidas, mucho más potentes y abundantes, pero más frías. ¡Vengan a destrozarnos los animales alados de labios traicioneros!

Es difícil que las lechuzas se rindan sin rumbo, por algo el dicho “duras como zamoranas”, frasecita que solo los dueños de visados foráneos se atreven a sacar de su chistera. Somos Perseidas, por lo perseguidas, persistentes, perennes... Cuadrántidas por cuadrar vidas propias y ajenas y... por cuadriculadas, pero agradecidas. Gemínidas, ¿es necesario que aún lo explique? Dos, sin tú ni yo, mujeres que rompen y rasgan e, incluso, queman con fiebres de obsesión. Mujeres que llevan dentro a Perseo, a Zeus, a Dánae y que rescatan a Andrómeda estremeciendo a la propia Medusa, desangrándola gota a gota, de ganas.

“Vente conmigo antes de que la Aurora entre por la ventana”

4.8.11

**A más inteligencia, más monógamos**






Satoshi Kanazawa dice que las personas inteligentes tienden hacia lo no convencional y, con ese nombre tan rasgado…, cómo no creerlo, aunque Lady Gaga y algunas otras mentes perdidas le estropeen tan consoladora teoría (en esta tierra hay huecos para todos, dicen).

Ateos, vegetarianos, liberales al estilo de los políticos norteamericanos y los hombres monógamos, según este psicólogo evolucionista, habrían cumplido mucho mejor con los test de inteligencia, probando que lo inaudito merece la pena, aunque solo sea por deleitarse con esa agudeza escasa por estos bosques mesetarios.

Esos lechuzos que parten del dos, esos locos fieles al placer de una sola compañera se merecen una clonación gratuita, porque lo que es futuro para su escogida semilla… no veo. Una misma ecuación con inteligentes e hijos en la misma cuenta no sale, mientras que los golfillos van repartiendo sin ton ni son, al yuju yuju, restos de sus desvelos de poco compromiso. Vamos, si la evolución sigue por este camino, al final: todos guisantes tontos y verdes, sueltos de cuerpo y abusadores de mentes facilonas. A las lechuzas, que nos acorralen entre sábanas traslúcidas; vengan las hortalizas negras, el resto: se van, se van, se fueron...

Lo más sonoro del estudio londinense es la despreocupación por la capacidad intelectual y amorosa femenina. Parece que lo habitual es que las mujeres se conformen con lo que toca, o los que tocan, pero de uno en uno. En otras palabras, como Kanazawa no se atreve, ya lo hago yo: las golfas son más inteligentes, por salirse de la lógica evolutiva. ¿Cuidarse a una misma, chiquillos, consorte, perro, casa, coche... o bocas, sonrisas, enigmas, deseo?

28.7.11

**Canto, plumaje y tamaño**



Desde pequeños, nos olemos, observamos, con suerte, palpamos; compartimos la belleza de otros y, si la cosa supera la química, incluso las tristezas. Hombres y mujeres, trastornándonos unos a otros, relamiendo nuestras heridas con el siguiente, azotándonos con imposibles o soltando una y otra vez eso de “ahora solo quiero amigos”, ¡cómo si Cupido cediera tal decisión!

Piensen en el Tetrao urogallus, vamos, el urogallo cantábrico, con lo que gustamos las lechuzas de un buen ibérico del norte, curado a orillas del mar… Ellas, las urogallas, creen que eligen al guapetón de turno porque sí, ja; ahí están los estudiosos del pajarito para romperles el orgullo femenino con eso de que “todas sois iguales”, porque todas son seducidas por los que mejor cantan, los de plumaje más brillante y lustroso y lo del tamaño no sé exactamente por dónde viene, mas parece que realmente importa en el mundo animal. Pero, lo que es más importante, no solo triunfa el que posee tan dignas cualidades, sino que debe saber lucirlas; conclusión: el chulito de los urogallos. Así, han conseguido la mejor selección genética en estas avecillas tan simpáticas y de apetencias similares y sorprendentes.

Dicen que las españolas estamos entre las más estresadas y que la tasa de natalidad ha descendido tanto que tenemos que mirar más allá del año 2003 para encontrar una similar, ¿tendrá algo que ver con la calidad de nuestros urogallos patrios o con nuestras amistades trasnochadas e indecisas?

Por fin, estoy feliz de nuestras imperfecciones, lechucillas, esas que nos entregan a las taras de los que pueden entender El arte de amar, de los voluptuosos, arrepentidos, torcidos, de esos que no pueden volver al no amarnos, frágiles dioses que nunca se arrepentirán de no habernos besado, lascivos, oscuros, urgentes…

21.7.11

**El más palo de todos los insectos**




Me han desbaratado el mundo, lo no novedoso es que el culpable es un bicho, que entre los bichos y las bichas no hay lechuza que escape al jaleo. Y podía ser una luciérnaga, preciosa “vagalume”, que haría más bellas y sabrosas mis noches, a pesar de su perversidad, pues los machos solo brillan cuando son molestados y ese es un arte lechucil que dominamos y sometemos; virtud curiosa y lisonjera la de estos ojos curtidos de mucha noche.

Mas no, el insecto es un palo y no hay puntito de la i ni Perico que lo solucione, imagínense: un millón de años de pura asexualidad y siguen por ahí, viviendo, comiendo y muriendo sin más. Esto no lo supera ni el más cándido de nuestros lechucillos, que, aún perdidas las buenas costumbres carnales, ve en el verano tiempo propio de ayuntamientos y holganzas apasionadas.

Volvamos al palote, de Timema es la especie que se clona y en la que las hembras no se libran de poner huevos a imagen y semejanza de los anteriores. Hechas para sufrir puestas y aguantar sin sexo al mismo macho, una y otra vez, como hijo, padre, abuelo y compañero… Señores, definitivamente, hemos encontrado el infierno femenino en la Tierra, pero sin cuernos ni fuego ni instrumentos raros ni na. Eso sí, todos bien erguidos y duritos, sin vicios y con vírgenes parturientas. El jardín de las Delicias por dónde dicen que queda, con sus dulces riberas, frutitas lascivas y pajaritos cachondos.

Quién no se ha topado con un palo, un bicho o un clon…

14.7.11

**Están locos estos romanos**



Tenemos para todos y todo, italianos, españoles, latinos varios… y lo cierto es que no hay camino que no nos conduzca a Roma, pero a la de Nerón, con fuego incluido. Lástima de los artificiales, que el artificio está entristeciendo las pocas alegrías que algunas se dan. Van y dicen que son tóxicos esos amigos que agitan las noches femeninas, ¡hombre, ya! Lo siento por las que palpitan por las ondulaciones no emocionales, no los iban a fabricar perfectos en un mundo de defectuosos y lechuzos raritos.

Otros a los que decir adiós, ay, olvídate, amiga, de esos amores de novela mudos, desnudos, de palabras, de sentidos, de tacto y de gomas varias. Por lo menos, el cuero, pendientes y las tachuelas no engañan, duelen porque duelen y tienen que doler… pero los que van de blanditos y terminan por ser chulitos no interesan, se quedan sin batería a la menor.

Lo que nos puede ayudar de los que hipnotizan con ternuras es que son una pena debajo del traje de romano, qué lástima de piernicas, qué pena, y lo dice una lechuza de más pechuga que patas… pero bien formada y sin hacer sufrir.

Poco a poco, y así de veras, las lechuzas se hacen fuertes, sobreviviendo a venenos, fuleros de pacotilla y a corazones que ni comprenden ni bailan al ritmo. Somos una raza de latinas formidables que se encuentran mejor hoy que nunca y buscan caminos. Qué se preparen los romanos, esta invasión va a ser bárbara y no hay rezos que los salven de caer en nuestro mundo al revés. ¡Qué voy a contarte, olvida a quien ni tú conoces!

7.7.11

**Entre el segundo y el cuarto...**



Sí, está el tercero, pero no se me adelanten, que no me iba yo tan lejos, a pesar de que quien me conoce bien sabe que soy de pirrarme por los quintos, ¡tan buena cima! Esta semana me he vuelto vulgar, pasando de lechuza a gorrioncilla común, pues vamos a contar dedos...

No me sean de mente oscura, o solo un poco, que los dedos que ganan, solo mis palabras, son los masculinos (¿esto lo mejora?). Señores lechuzos, yo tiro al monte y en el campo... el tamaño importa, algo, por eso los veo mirándose las manos, los dedos segundo y cuarto, pues su ratio, que linda palabra, es el único fiable para intuir el tamaño del miembro más viril de los masculinos, que bien sabido es que el femenino es más de cabeza, aún. Nuestro punto “climático” se esconde bien arriba, donde hay más que alegría.

Los sabios científicos medidores de dedos y penes han observado, constatado, comprobado y regalado al mundo que una alta concentración de testosterona conlleva que los dos deditos se asemejen, con lo que el feto de urgente actividad testicular y dedos de igual tamaño también lo usa todo largo y erguido.

El único problema del estudio es que todo esto se comprobó con participantes de raza asiática, que ya sabemos que son chiquitines y más secos, pero pensemos que el cachondo latino no se alejará de esos seres humanos de Oriente y querrá ganarles tanto en dedos como en estatura.

Anular, índice, tamaño del pie, del pene... este es un lío de narices (votamos por las grandes), ¿cambio abanico por metro o empiezo a medir dedos? Me quedaré con mi palma, que tanta trucha ha medido y es más salvaje.

17.6.11

**El Día del Español**


Auuuullando como una loba a la luna llena, puesto que las lechuzas no llegan a la categoría de zorras, que ese es un nivel superior de astucia que no podemos alcanzar, y todo por el “Día del Español”, del idioma español, que los hombres hispanos no están ni para celebrarse ni en peligro de extinción, aún, pues mi abuela recuerda cómo la suya pronosticaba que, en breve, los hombres tendrían que subirse a los árboles para huir de las mujeres. ¡Qué suban, qué suban!
Estoy feliz porque es el día de las que gustamos de reposar con las palabras escritas, tal que fuera una ave huera, calentando el nido a la espera de que escalen, sacando las uñas y los dientes, entre pico y alas. ¿Puede existir mayor placer que tirar a los deteriorados de vuelta a la tierra? Lo malo es que seleccionar es complicado y no encontramos ni péndulos mágicos ni una amiga que nos ayude en la tarea, que hasta a las buenas energías les vale todo en caso de apuro y la crisis está mu mala.
Ahora que han descubierto que el Diamante Mandarín, ese lindo pajarillo, transmite de padres a hijos el gen de la promiscuidad, lo tenemos más fácil, todo lo que parezca pájaro y de uno venga, pajarraco es. Si ya era difícil toparse con uno sincero, qué haremos tras saber que se lo pasan de unos a otros como un don masculino. Así, de un padre golfo, reciben, nada más y nada menos, que el doble de probabilidades de ser traicioneros con sus señoras. ¡Otra excusa para heredar!
Y, como ayuda en la decisión, un estudio que ha creado la fórmula mágica del matrimonio, esa mezcla de ingredientes que hacen que duren las parejas perfectas. Tres son las claves: que la mujer tenga 5 años menos que su amante esposo, que pertenezcan a una misma clase social y, fundamentalmente, algo que no hace falta demostrar por consabido, que la lechucilla esposada sea más inteligente que su pareja. Y yo que le veo lagunillas… porque es cierto, como dice mi madre, que, al final, todos gordos y calvos, pero al final.

15.6.11

**Y la margarita dijo sí**



Me quiere, no me quiere, me quiere… ahora que nos quitamos el sayo y nos entran ganas de querer, pedimos a las flores una respuesta imposible, cuando lo verdaderamente importante es saber si alguien te puede o no hacer feliz. Ingredientes para semejante milagro: química mutua, buenas piernas (para compensar las flacas), más verdades que mentiras, generosidad, madurez y una estoica capacidad de cargar con zapatos pesados. Y si una lechuza se topa con semejante conjunción de planetas y, además, el contrario es detallista… Apaga y quedémonos.

Lo del calorcito carnal lo incluiremos dentro de la química, por eso de conjugar lo sintético, con cuerpos y partículas extrañas, sin olvidarnos de que algunos elementos lo consideran un primer derecho masculino. ¿Para cuándo un deber?

Perversos, como siempre, creeréis que esta pobre lechuza está dispuesta a picar con saña sobre los pechos no mamarios lechuciles, evidenciando el nulo desgaste del corazón de los hombres por su falta de uso amoroso. ¡Fallasteis! lechuzas agusanadas hailas, y duelen más.

Desde Occidente, es fácil tener compasión por la mujer sometida al Islam, por su cuerpo pecador, su deseo o simplemente su mente, pero no siempre son ellas las víctimas de sus machotes, también gustan de ser ahogadas por su propia mano. Salwa al Mutairi era reconocida en Kuwait por ser una de las pocas mujeres “casi” parlamentarias, todo un logro, y, por ello, creíamos en sus ideas. Y nada más lejos de la realidad. ¡Malvadas mujeres solteras, tentadoras de casados!, pobrecicos ellos. Solución: impulsar la legalización de las esclavas sexuales, extranjeras y hechas prisioneras en misiones de guerra, mejor que mejor, que somos más guarrillas y comemos más.

27.5.11

**Una minifalda en el Oeste**


A veces, a una le da por recrear… y pasa por su mente la imagen del puro macho, que, no sé por qué, se me aparece en blanco y negro, al estilo de una película de John Ford: invencible, bravo, conquistador y grande, “mu grande”; no hay duda: el ‘Duque’, el gran John Wayne. Yo, a pesar de su contundencia y de esa rara habilidad que tengo para huir de todo lo que restriegue testosterona, me dejaría guiar por una “diligencia” de tanto empaque.
Imitado por su seguridad y arrogancia, pocos han sabido apoderarse de esa dualidad tan tremendamente atractiva: capaz de desgarrarse por amor, sin intimidarse o espantarse, y duro como sus westerns, incluso para dominar lo inconquistable. Tan latina era su forma de ser que las tres veces que se casó, tres, Panamá, México y Perú le dieron sus esposas. Perfecto para nuestros potentes genes en "noes", que necesitan lechuzos esforzados y enérgicos.
Claro que, en su época, era fácil ser valiente sin minifaldas, ese demonio fecundador que arrastra a los mexicanos hacia la perversión y los niños no deseados, que de la fuerza del gustito nada dijo el alcalde mexicano, de cuyo nombre no me acuerdo porque me nubla el intelecto mi falda corta, que ha intentado prohibir el uso de prendas que enseñen más allá de las rodillas, que luego vienen los disgustos... ¡Ay, lo que se peca por unas buenas piernas!, ¿incluso por las flacas?
Y tiene su gracia eso de que nuestros hombres no puedan huir del sexo y la estupidez "anti-protección", cual mosquitos ante una luz. Es ver una pantorrilla… y se nos churruscan en el momento.
Las lechucillas españolas, lejos de atacar sus vicios, los entendemos, copiamos y compartimos, y no es que nos haya dado por la golfería de repartir nuestra carnalidad en dos, no. Son ellos, ni la primavera, ni el polen, los lechuzos nos van provocando. Ajustaditos y depilados hasta las cejas. ¡Ay, pobres vaqueras acorraladas entre indios que rezuman calor! ¡Qué prohíban los sueños, las piscinas, los hombres atractivos y eso que llaman amor!

22.5.11

**¡Qué desgraciadica, tú eres!**





Para lucir nuestro cuerpo… ¿mantones? Y esa es nuestra desgracia, que chulas somos un rato, pero, si hay que lucir, ¿lucir, para qué? Si hoy lo que está de moda no es la jornada de reflexión, precisamente, sino el chonismo, tanto que parece que muchas están deseando encontrarse con un tigre “que se lo coma to”. No hay nada como quererse mucho, es cierto, y reinas todas se han creído del estampado fino, de las joyas plastificadas y de los taconazos de calidad. Y a su vera surgen los jóvenes de gusto impoluto, temerosos de no tener fuerza para levantar tanto oro.

Lo confieso, en nuestras manos no valen los espejos de madrastras, que defectos tenemos y sabemos lo que debemos y lo que no debemos querer. Nosotras, sencillas, no buscamos entender de buenos amores ni de pasiones de morirse, que ya con tanto mirar y mirar bastante nos desgastan los huesos los lechuzos, y está la cosa como para pedir más que un simple roce.

Imaginad que un día se nos enamora el alma de uno de esos que vemos que pierde la vista por tanta llama encendida, ¡cuidadito que quema! Lechucillas, si lo veis pasar una vez, dejadlo, una segunda, consideradlo y, si llega la tercera, comprobad que haya boca para tanto pico. No hay dos sin tres, dicen, y mis dedos ya están en señal de victoria, por si queréis seguir amando.

Sé que es duro tenerlo todo y sé que es más duro solo llegar al “casi”, mas son tristes los finales de quien tuerce el viaje e intoxica su futuro a fuerza de solo pedir y dar lo acostumbrado. Tanto cigarro muerto y cuerpos desaprovechados y tan poco mechero…

12.5.11

**El pichurri, la esponja y un baño**




Ciertos lechuzos, tan sencillos y primarios, aún no le han visto los encantos a los baños, huyen de mirar por debajo de sus faldas de falsos techos, ¿qué es eso de ocultar la realidad entre halógenos y alicatados? ¡Con lo fresco que está pichurri al aire!

Así, al liberarse mojando una ciudad plena de oro líquido, se han adelantado a la filosofía de las lechuzas más aventajadas: no hay trabajos, amores ni problemas varios que nos empujen contra esos cuartos de la luz para ocultar lo que somos. ¡Quién quiera algo, que salga a la oscuridad! Focos, espejos y azulejos más guarros que ellos, no, no, no; ya nos vemos en casa limpicos, que la suciedad nos quita el sentido del tacto y pocos lechuzos se lavan sus mentiras tras ir a mear: y no dejan de sorprendernos…

Y es que es mucha la importancia de ese excusado terrenal: cerrado a lo de fuera, sin ventanas, o pocas, perfecto para ocultar tantas cosas… Muchas dejan allí sus penas, sacando dientes y limpiando sudores para conseguir que la soledad se olvide de todos esos trancos que nos autoimponemos. Otros eligen sus esquinas para dejarse llevar por eso que llaman amor o para olvidarse de que el suyo es “oficial” y va “pa’boda”; algunas prefieren esponjas de fresa con pilas para hablar entre cremas y ardores y luego están los que, de tan machos y de tanto quererse, los huyen y confunden la calle con la verdad e impulsan lo que son mezclado con su adorable orín, regalando perfumes de realidad masculina y nauseas diarias.

A más meones de calle, menos pichurris de interés…

5.5.11

**¡Qué te quiten lo bailao!**



Mala, pésima, de vergüenza la canción que nos representa en Eurovisión, ¡ay, madrecita!, menos mal que nos envidian por eso del fútbol y que siempre nos quedarán Nadal y Contador, porque, con estos barros… pasamos de cuna a pozo de la literatura.

Pero, aunque ni la letra ni la música en cuestión consigan ni un recuerdo de lodo, eso de que “me quiten lo bailado” sí forma parte de la historia de esta que vuela y escribe y de tantas y tantas lechucillas, migratorias y de nidos románicos. Hay tantas cosas que merecen la pena del pasado: lentas, eternas, rápidas y tan fugaces que no dan ocasión para el arrepentimiento, y quién te ha dicho que fueran malas por no durar, porque te cansaras de su poca labia o porque él no pasara el control de calidad… Si aún sonríes, te sofocas o imaginas una buena repetición… ¡qué te quiten lo bailao!

Lo único que nos machaca los buenos olvidos es la fe, creer en cosas que no entendemos o que no conseguimos por demasiada razón o “sinrazones”. Luego vienen las fiebres primaverales y los desmayos del otoño, que el frío es muy malo para el que sabe qué querer es el que quiere. Mas ahora, que aún son más los daños que los años (sin arrugas ni marcas de expresión), todavía podemos ser curadas de las cargas sufridas y por sufrir, descongeladas a lametazo limpio, compensadas, porque el dragón que remedie estas heridas, buen lamedor será.

Duales, perdidas, arriesgadas, de boca espabilada y engañosa, no olvidéis que la química solo necesita un tiempo, una espera silenciosa y reposo: 1, 2, 3… y explota, tiembla y palpita con surrealismo abdominal. ¿Y, ahora, qué?

** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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