8.9.11

**El hombre que pudo reinar**


Una bella película de aventuras, pero ni el mismo Kipling pudo imaginar que su Kirguizistan de ensueño tuviera por escenario Marruecos; mentiras del cine, idea del mejor Huston, que entendió que siempre es mejor rodar en caliente que en el este.

Lo mismo nos ocurre a las hijas de la democracia, intentamos creer que en ella vivimos, pero hay crisis que nos recuerdan que hombres, lechuzos y tronos están unidos y enfrentados al reinado femenino. ¿Dónde están esos dioses de Marrakech que nos lo compensen? Qué rápido se trastoca la Constitución por cosas del parné, que poco se piensa en ella para cuando no esté Felipe. Total, qué más da la igualdad escrita, a quién le importa un simple detallito.

Y es así, hay ciertos asientos con querencia exclusiva hacia los lechuzos, tan acostumbrados a liberarse de todo lo que no lleve al uso y disfrute, las conquistas híper complicadas y la sinceridad son como coronas de sangre de las que hay que escapar. Para qué esperar a llegar a casa... ¡Mamãe eu quero, mamãe eu quero, mamãe eu quero mamar!


Sin su chupete, pocos soportan el tú y yo, pasando de dos palabras a tres que algunas dejamos en primera singular. Pero no siempre fuimos así, recordáis, amigas, esa vez que infartamos nuestras ideas, recelos y sus incongruencias y quisimos hacerlos príncipes. No siempre una lechuza se deja, pero si se deja… “bom, bom, bom, chiqui bom”. Ellos saben que cambiaban las horas del día, caminaban con canciones, que eran más ellos porque eran más nosotras, que no necesitaban ni noches ni sueños ni nada a cambio.

Pero tanto ganaron y tanto perdieron. ¿Habrán olvidado? Algunos parece que sí… la verdad es que no, mas es fácil querer querer a quien no puede hacerte daño. Lo han perdido todo, a pesar de que pudieron reinar.

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** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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