
Cinco horas, cinco años, cinco amigas, cinco siglos no son suficientes para apartarte de la lujuria, del desenfreno del todo o nada, del amor de llaves y bodegas, del momento....
Y el momento pasa, y quedan espinas, rozaduras y agujetas profundas, que no cierran las ganas de seguir viviendo la soledad del que nunca está solo, porque tiene noches de frío pero días de calor, de cafés, de té... de amigas, de maridos, de conciertos y reuniones. De juegos de damas.
Dueña de un corazón gratuito, de un pecho altivo por lo que esconde, de un cariño maternal y una cocina soltera.
Curvas prohibidas, labios de carne y verdad, que tiemblan por lo que ocultan.
Labios que muerden el alma y arrastran dioses del cielo, ojos que brillan ante el perfume de la luna, oídos para el trabajo y para más que el vino.
Labios que muerden el alma y arrastran dioses del cielo, ojos que brillan ante el perfume de la luna, oídos para el trabajo y para más que el vino.
Vicio, apetito, deleite de sensualidad... mezclados con la paciencia y el disimulo del tiempo, ahogados por la ternura y las palabras, consumidos por la desazón, la confusión y el interés. Solo unos pies descalzos te tatuaron esas alas que siguen mirando al cielo.
Tú quieres, tú puedes.
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