
Hay sábanas vacías que huelen a humedad, a serenidad y templanza, pero que sueñan con mensajes guardados, con besos recogidos ante la gélida despedida del amor. Y, así, se enfrían los consuelos, las promesas, la maternidad…
Pero tú, amiga, no te has olvidado ni de mirar ni de tocar. No necesitas mentes impedidas por el trabajo, no necesitas cuadrículas ni facturación, ni coches, ni viajar, ni esperar… Siente, llora, exhala, destila gemidos, besos. No guardes galanteos para otras manos, ignora lo que ya pasó, sabes que no vuelve, y recréate en lo que vendrá o ya ha venido.
Eres mujer para pensar y querer, que quiere y suspira, que necesita bendiciones. Eres mujer de antes y ahora, de un orgullo y una belleza que ambiciona atenciones.
Pero tú, amiga, no te has olvidado ni de mirar ni de tocar. No necesitas mentes impedidas por el trabajo, no necesitas cuadrículas ni facturación, ni coches, ni viajar, ni esperar… Siente, llora, exhala, destila gemidos, besos. No guardes galanteos para otras manos, ignora lo que ya pasó, sabes que no vuelve, y recréate en lo que vendrá o ya ha venido.
Eres mujer para pensar y querer, que quiere y suspira, que necesita bendiciones. Eres mujer de antes y ahora, de un orgullo y una belleza que ambiciona atenciones.
Es fecundo tu nombre y yermo tu olvido.
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