30.8.12

**Esa parte que me gusta de tu cuerpo**


Podía haber empezado con una sentencia al estilo “todo eso que me gusta de ti”, pero soy de las que tiran hacia la contundencia y la verdad verdadera de la buena y, si no pongo cuerpo, os empezáis a liar con que si lo que nos gusta de nuestros lechuzos es la simpatía, la belleza interior que irradia todo su ser, su ternura... ¡Anda ya, por favor!
Seamos claros, puede que con el tiempo se les coja cariño, pero lo primero en lo que nos fijamos es en algo no tan escondido como su bondad, ummm, algo con lo que poder jugar, aunque solo sea a adivinar nombres o al veo veo. Unas tiran hacia la curvatura del coxis, otras hacia esos brazos que parecen propios de marinero, las manos de tocador profesional, el perfume que tanto nos quiere, esos cuellos que me tientan, pues, creedme, ellos solos me buscan, labios, bocas de carnes jugosas, sus hombros tan mediterráneos, dientes blancos, aliento de salitre dulce, sus pechos de nombre de mujer, ese cuerpo entero y libre que nos hace falta y tan bien nos trata... Su cabello negro, su cabello plata ¡Ay, por un solo lugar, pero por tantos sitios siempre te quiero, os quiero!
Más con las palabras, pero a veces también con los ojos, los años me han devuelto un yo que tira hacia miradas más abiertas de lo normal, tal vez profundas de tan superficiales, muy alejadas del tiempo seco que muchos presumen para un futuro de lechuza vieja. En pícara senectud y mayor fortaleza me veo. ¡Qué lindos cuerpos!
De los lechuzos es diferente la mirada, lo juro, dan la vida entera por ratos de escotes contundentes o culos prietos y turgentes, confiesan poder mezclar su cariño por uno u otro lado, les dará igual calar en uno u otro laberinto... Dime, tú, lechucillo, ¿eres más de senos o es el fin de la espalda tu llave?

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** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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