Con un
nudo de dos lazos algunos se enratan, otros anudan un día con otro día para
recuperarse con siestas eternas. Algunos se lían desnudos, se atan los labios,
se enganchan al vacío o a amores, se lían y lían... algunos.
Y esta
es la parte divertida de los líos: con desconocidos que queremos conocer, con
viejos conocidos que desconocimos en algún momento... Pero a ciertas lechuzas
les da miedo compartir cerebro, corazón, historias, porque es más fácil negar,
cegar lo nuevo y no golpearse contra un muro, fácil, las más de las veces, de
romper, más que nunca en verano.
La cosa
está así, lechucillas, si te van a complicar la vida, que te la van a
complicar, llega un momento en el que debes elegir: ¿activa o pasiva? Y, si
eres lechuza... qué más que emociones.
Lechuzos
que tocan o lechuzos que agarran, lechuzos que te mueven o que mueves,
perdedores o ganadores, artistas o mendigos, de boleros o tango... Piensa que,
sea quien sea, te cubrirán de mieles y te romperán espejos en los ojos, te
emborracharán de viajes, de palabras y esperas, pero, no sé por qué, detrás de
una lechuza... lechuzo siempre.
Sombras
de gracias, luces de desgracias y nos creíamos libres, ay, lechucillas,
desbordadas de tantos robos de sueño. Y, a pesar de todo, y siempre encima, me
gustan las faltas, porque son tan mías como yo de ellas y, si sale mal y mañana
me doy cuenta de que erré al atarme con nudos rompibles una y otra vez... Me
encantará haber hablado de amor con tantos besos, me encantará haber hablado
de amor con vosotras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario