2.2.12

**Tengo una debilidad**

El chocolate, no se puede ocultar, y el amor, en lo bueno y en lo malo, por lo difícil. Nunca me ha atraído, lo llevo en la mirada, eso del fruto de tu vientre, es más, desearía que alguno se quedara en eso, en simple larvilla con babas, ¡tan mono!, y en esas sigo, siempre queriendo parar el tiempo donde debe. Mas él tiene una querencia rara hacia el estropicio y, en lugar de llevárselo, te lo deja en la memoria de recuerdo. ¡Pa'ti pa'siempre!

Y esto me lleva a lo de mi debilidad ante el enamoramiento (no hablemos de sentimientos profundos, que en lo oscuro me pierdo). Me gusta la literatura, la creación e incluso la fantasía de cuando te enamoras; trastear con el amor ya es otra cosa: pensamiento, razón, conocimiento… e ingentes cantidades de perdón ¡mucho más cansino! Lo bueno es saber distinguirlos: ¡hágase la luz!

Las cosquillitas son fáciles, como los lechuzos, mientras que la verdad obliga a meter mucha harina en un costal pequeño. Defectos, debilidades, poderes y bondades, todos en un solo saco, aplastados, a dolor. El pan de las complicaciones, nuestro de cada día, es sabroso a fuego lento, pero el chocolate dura lo que dura el azúcar. Tal cual, eterno mientras sea masa.

En tiempos de crisis estructural (bonita palabra para los huesos del dinero), algunos proponen la vuelta atrás, al principio del error, al antes de llegar a las señales: el camino de la derecha salió rana, probemos con el izquierdo (¿existe eso?). ¿Y si pudiéramos hacer lo mismo con el nosotros? No recuerdo las ganas de verte: reseteemos hasta ese punto malvado que nos hizo entendernos “del todo”, volvamos a la carne, a lo impuro, al tú y yo, al no conocernos y sí imaginarnos.

Dónde está el botón que regresa el poder a nuestras manos, dónde el interruptor que idiotiza ojos y mente, dónde mi fe por ti. Volvamos atrás, a la inocencia, a las noches blancas y a los calores perpetuos. ¿Quién querría curarse de esa debilidad?

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** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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