27.1.11

**Los unos a los otros**


Manía han cogido, oigan, estos pollitos zamoranos con usar los puños, las navajas y su malsana lengua antes que el ingenio o la razón. Lechucillos, es “amaos”, quién dijo “pegaos”. Nosotras, como buenas lechuzas, llevamos el amor cosido a las alas e intentamos querer por igual, pero, por mucho que lo pretendamos…, doce veces al año, un tembleque raro, una disfunción nos hace apreciar en exceso a los lechuzos atractivos, las mandíbulas para mordisquitos, las barbillas prominentes, las frentes definidas… Mas no seáis malvados, solo nos pasa una vez al mes, en plena fertilidad ovárica; como si el resto de los días descansaran nuestras trompas y amaneciéramos tontas de remate.

Esto dicen unos científicos sesudos, que aseguran que, aunque tengamos pareja, si no cumple esas condiciones del galán fornido y hermoso, durante esos momentos de virulencia estrógena, nuestros ojos, nuestra boca y nuestra mente se trastocan al compás de las buenas posaderas. Y aún se sorprenden de que no busquemos inteligencia, ¿será nuestra vena maternal? ¡Ay, pobres niños perdidos!
Divulgada nuestra excusa, ahora la pregunta es: ¿Cuándo ellos se ponen gallitos e inician peleas, también están ovulando o su tontuna es imperecedera y les dura un día sí y otro también? Porque espectáculos de navajazos y del poco aprecio a la vida o de incluso peleas con niños sin pelo en pecho… ¿son una muestra de hombría? Muchas pesas, mucho cuerpo, pero dónde está la cabeza.
Menos mal que, ahora que solo una lechuza se deja al amor, las demás tenemos tiempo de elegir a quien no querer todavía.

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** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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