18.10.12

**La barrera del sonido**


Ante la gira rapidita y mediática por la estratosfera, la envergadura y pilladas chinas, el frente acuoso, cielos cubiertos y rescates encubiertos, una tiene que decidir si supera su propia barrera del sonido y si ya hace el suficiente frío como para empezar a escuchar esas palabras que, según pasa la vendimia, empezamos a creer las lechuzas, como síntoma de un mal climático anual. Medicina: mantinta del amor, un toque por el este, otro por el oeste y nada hablemos de perder o ganar: dejarse querer.
Ahora, nosotras, malas pécoras, peligrosas por pedazos y enteros, abrimos los oídos y dejamos las frustraciones por devociones y revoluciones tranquilas, casi invernales. Buscamos un tipo, un lechuzo concreto, nada de indiferencia, sí alguno valiente, que no nos deje espacio, que no nos hiera la boca con sonidos que hacen daño, ni cuentos, ni dueños... Esos nuevos labios, ni fríos, ni calientes, esos que no voy a expulsar de mi boca porque no pierden debates, no piden rescates, los toman, los cobran, pronuncian y rompen el espacio de tanto usar el verbo, lo relativo, nada de na de na, antes de na y mucho más después de tal.
Probamos del mal, probemos del bien, desterrados, acurrucados lejos de un pasado que pasó, en pleno presente. Con razón, tanta sinrazón. Ay, tantas palabras que nos rompieron los oídos, para ahora usar las manos mordiendo y destrozando las barreras.


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** LAS LECHUZAS PUBLICADAS **

 
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