
¡Chocolate, chocolate! y si es negro y con pepitas... mejor que mejor. Tal es el deleite que, incluso, hay lechucitas dispuestas a mezclar el dulzor de este fruto con el amargor de un hombre hombre (mas pocos quedan). Mi amiga más endiabladamente curiosa insiste en que no estaría mal catar uno con sabor cacao, por eso de comprobar si el mito es cierto y poner un poco de azuquitar a su existencia. Un capricho para las caderas, de vez en cuando... Pero, por desgracia, a pesar de las decepciones, rechazamos las fantasías de una noche y añoramos príncipes azules que prometan cariñito y exclusividad (bendita ingenuidad), cuando es evidente que esa especie es reptil extinto. No nos queda otra que elegir: cuerpo o dinero, el amor ya no forma parte de la ecuación. Y, aunque parezca imposible, en nuestro mundo reinan “señoras” dispuestas a caer bajo y eligen por y para la cartera. No sé cómo, consiguen sacarles regalazos a esos ciegos inmaduros que confunden silicona con capacidad de amar, mientras ellas extravían su maternidad, cambiando bebés por pensiones para toda la vida. ¿Piedras preciosas o bisutería?
2 comentarios:
¡¡¡¡ Chocolate, siempre chocolate!!!!!!
Una gran lechuza... porque algo me toca... jejej.
¡¡¡Chocolate, chocolate... siempre chocolate!!!
Bendito alimento de dioses... ¡¡¡quién pillara ese cacao!!! Por supuesto que renunciaría a cualquier sapo con aires de grandeza por unos instantes de ese divino placer...
(la curiosa endiablada)
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