
Ay, sí, por favor. Es que esto del mundo de los hombres está como las gasolineras con la huelga: no hay forma de repostar agusto.Sonreíamos, golosas y encantadas por la moda del culto al cuerpo; lo de la tripita cervecera casi es cosa del pasado. Ahora, los musculitos nos acosan, vayamos donde vayamos. Hace ilusión eso de que se hayan dado cuenta de que la belleza no es solo cosa de lechucitas. Mas, qué lástima de vida, nos pone el cebo y luego... resulta que es de plástico. Vacíos, todos vacíos; mucho musculito, mucho estar en forma y resulta que, a más abdominales, menos ideas. Sus ojos no ven más allá del espejo. Nos tientan, se lo ponemos fácil... y no tienen ni que aparentar ser interesantes.Tenemos el recipiente perfecto, solo falta descubrir cómo llenarlo. Se confirma lo de que con una sola neurona... no se les puede pedir más: o cuerpo o cabeza. Por eso, angelitos míos, no logran centrarse en una sola mujer. Te aprecian, te quieren, pero su memoria y su escasa capacidad les traicionan. Así que, o alguien me explica cómo llenar el envase, o yo me quedo con el cuerpo, y, si es de Bomberos, mejor. ¡Ole, ole, ole!
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